Congo Actualidad n. 199

ÍNDICE

EDITORIAL: Sin ingenuidad ni concesiones

1. LA LIBERACIÓN CASI TOTAL DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS POR EL M23

2. OFENSIVA MILITAR Y NEGOCIACIONES POLÍTICAS

3. LA REANUDACIÓN DE LAS NEGOCIACIONES DE KAMPALA

 

EDITORIAL: SIN INGENUIDAD NI CONCESIONES

Liberación casi total del territorio ocupado.

Casi la totalidad del territorio anteriormente ocupado por el Movimiento del 23 de marzo (M23), un grupo armado mantenido por Ruanda y Uganda, se encuentra ahora bajo el control de las FARDC, la armada nacional de la República Democrática del Congo (RDCongo), a excepción de tres localidades (Mbuzi, Chanzu y Runyonyi) situadas en una zona estratégica cerca de la frontera con Ruanda y Uganda. Sólo en seis días (25-31 de octubre), la armada ha liberado a las ciudades más importantes: Kibumba, Kiwanja, Rutshuru, Rumangabo y Bunagana. Muchos combatientes del M23 se han rendido o han huído hacia Ruanda y Uganda. El número de los que todavía oponen resistencia varía entre 200 y 300.

A partir de un éxito.

Son numerosos los que se preguntan cómo ha podido pasar todo esto en tan pocos días. Hay varias razones:

– la fuerte presión de la población, de la sociedad civil y de las autoridades locales sobre el presidente Kabila y la misión de la ONU en RDCongo (Monusco), para llevar a cabo una acción militar eficaz contra el M23,

– una cierta reorganización de la armada congolesa con el nombramiento del general François Olenga como Jefe de Estado Mayor de la Armada de Tierra (Diciembre de 2012), del general Lucien Bahuma Ambama como jefe de la región militar de Kivu del Norte (Junio de 2012), y del coronel Mamadou Moustafa Ndala como comandante de dos batallones URR (unidad de reacción rápida), el 321º y el 322º, formados por instructores belgas. Estos nombramientos condujeron a la mejora de la coordinación del mando, de los servicios secretos y la logística,

– la entrada de la Monusco en el mecanismo de control de las fronteras con Ruanda y Uganda, creado en el seno de la Conferencia Internacional para la Región de los Grandes Lagos (CIRGL),

– la presión ejercida por la ONU y la Comunidad Internacional sobre Ruanda, acusada de mantener militarmente el M23, de proporcionarle nuevos reclutas, incluidos menores de edad, y enviar sus tropas a territorio congolés para apoyar al M23,

– el apoyo logístico aportado a la armada congolesa por la Monusco y, sobretodo, por la brigada de intervención, creada por la resolución 2098 del Consejo de Seguridad de la ONU.

El aviso del M23 del cese de las hostilidades: ¿una trampa?

Ahora, hay que confirmar los éxitos militares con los éxitos en el plano político. De hecho, tras haber sido suspendidas el pasado 21 de octubre, las negociaciones se han retomado entre el gobierno congolés y el M23 en Kampala, unas negociaciones que no deberían acabar con un acuerdo entre los beligerantes sino más bien con un verdadero tratado de fin de las hostilidades. Para que estas negociaciones tengan éxito, sólo es necesario que el presidente del ala política del M23 ordene a las tropas de su movimiento el cese de las hostilidades, con el fin de «favorecer el diálogo político» en Kampala. Se trata de una trampa ya que, mientras él tenga el control sobre las tres últimas localidades, podrá utilizarlo para mantener la presión sobre estas negociaciones y, si es necesario, para reorganizarse y atacar de nuevo. Será necesario que el M23 deje las armas y sus tropas en manos de la armada o de la Monusco y que declare oficialmente su autodisolución como grupo armado. Sólo entonces, tras resolver la cuestión militar, las negociaciones podrían continuar en el plano político.

Tres problemas importantes, sin impunidad.

Aún quedan tres problemas importantes que resolver: la amnistía para los miembros del M23, la reintegración de los soldados del M23 en la armada y la integración de los marcos políticos del M23 en la vida política del país. Estas tres medidas deberían ser aplicadas una por una, sobre una base individual y no colectiva.

En cuanto a la amnistía, no debería aplicarse a los miembros del M23 que ya están sometidos a sanciones de la ONU y los Estados Unidos, ni a los que son mencionados en los diferentes informes de la ONU y de las ONG, nacionales e internacionales, para la defensa de los derechos del hombre, porque son considerados como responsables de crímenes de guerra (masacres de civiles…) y de crímenes contra la humanidad (violaciones, reclutamiento de menores de edad…), ni los que se han beneficiado de ella en el pasado.

En lo que respecta a la integración en la armada, habría que excluir a los que no pueden beneficiarse de la amnistía, los militares extranjeros, especialmente los ruandeses y los ugandeses que se filtraron en las filas del M23, los que ya han sido expulsados de la armada, los que no están dispuestos a servir al país en provincias del Estado como Kivu del Norte y Kivu del Sur, lejos de la frontera con Ruanda y Uganda, los que poseen la doble nacionalidad, los que no están conformes con la Constitución congolesa, los que se han beneficiado de ella en el pasado, cuando se integraron las tropas del RCD y del CNDP.

En lo que respecta a la integración de los marcos políticos del M23 en la vida política del país, se debería excluir a los que no pueden beneficiarse de la amnistía, los que habían abandonado las instituciones políticas por propia voluntad y los que han sido expulsados por los órganos competentes.

Por otro lado, la posibilidad ofrecida al M23 de transformarse en partido político es muy ambigua e insuficiente, ya que incluso el RCD y el CNDP se transformaron en partidos políticos en su momento, sin poder evitar, sin embargo, nuevas «rebeliones». Hay que recordar que, con el acuerdo firmado en Goma el 23 de marzo de 2009, el CNDP, de dónde proviene el M23, se había comprometido también a transformarse en partido político y a continuar con sus reivindicaciones a nivel político y por vía pacífica pero, como se acaba de constatar, las cosas se han desarrollado de otra forma. Dado que en una democracia se obtiene el poder no bajo la fuerza de las armas, sino a través de elecciones, el M23 podría decidir entrar en un partido político ya existente o transformarse en un nuevo partido, con el fin del inscribirse en el ciclo electoral a diferentes niveles: local, provincial y nacional.

Además de los aspectos políticos y militares, hay otro aspecto a tomar en cuenta : el de la justicia. Los que se han declarado culpables de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y violaciones de los derechos del hombre deberían rendir cuentas de sus actos ante la justicia.

En los orígenes de la guerra.

Finalmente, habrá que resolver las causas profundas de la guerra en el este de la RDCongo:

– la injerencia política y militar de Ruanda y Uganda en los asuntos interiores de la RDCongo,

– su implicación en la desestabilización del este de la RDCongo a través de la creación de sucesivas seudorebeliones,

– su participación en el comercio ilegal de los recursos mineros de la RDCongo que mantiene sus economías y financia las actividades de los grupos armados,

– la política de instalación de poblaciones ruandesas en las zonas abandonadas por los autóctonos forzados a huir de los combates…

Las sucesivas rebeliones, la AFDL, el RDC, el CNDP y el M23 sólo son peones en las manos de un régimen ruandés y ugandés y bajo el poder de la economía mundial. Tendremos, entonces, que intensificar la presión, para que respete todos los acuerdos internacionales que ha firmado, entre ellos el acuerdo de Addis-Abeba, apadrinado por la ONU, la Unión Africana y el conjunto de la Comunidad Internacional.

1. LA LIBERACIÓN CASI TOTAL DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS POR EL M23

El 28 de octubre, el jefe de la Monusco, Martin Kobler, declaró que la misión de la ONU ya no aceptaría la presencia de los grupos armados al lado de sus bases. En compañía del gobernador de Kivu del Norte, visitó las localidades de Kiwanja y Rutshuru liberadas por los militares congoleses apoyados por la Monusco. «Hasta ahora, había aquí unos cascos azules que habían tenido una cierta convivencia con el M23. Llegué aquí hace dos meses y medio y el M23 estaba en ese edificio, es donde  convivían. Ahora es el fin de la convivencia con los grupos rebeldes», declaró Martin Kobler. Preocupado por las aprensiones de la población, que teme una retirada eventual de las FARDC de las posiciones que han conquistado, ha asegurado que eso no se producirá.[1]

El 28 de octubre, el gobernador de Kivu del Norte, Julien Paluku, anunció que Rutshuru y Nyiragongo habían sido declarados «territorios damnificados». Anunció la suspensión del pago de tasas, de los impuestos y del peaje de carreteras hasta el próximo 31 de diciembre. El gobernador indicó que estas medidas pretenden tranquilizar a los habitantes de estos dos territorios ocupados por los rebeldes del M23. Julien Paluku también decretó Rutshuru y Nyiragongo «territorios sin armas». Afirmó que solo los militares, los policías y los elementos de la Monusco tendrán derecho a tener armas. Invitó a todo poseedor de armas a dárselas a la armada o a la Monusco. Anunció la reinstauración en 48 horas del administrador del territorio, de un nuevo mando de la policía y el nombramiento de un nuevo jefe de ciudad de Kiwanja.[2]

El 29 de octubre, dos días después de la reconquista de Kiwanja y del centro de Rutshuru por los militares congoleses, el ministro provincial de Kivu del Norte reinstauró al administrador del territorio de Rutshuru, el mando de la policía territorial y al jefe de la ciudad de Kiwanja. Estas autoridades habían sido reemplazadas por personas nombradas por el M23 durante la ocupación de esta región. El inspector provincial de la policía recordó a los policías que él les había prohibido erigir barreras de carretera en las zonas declaradas «territorios damnificados».[3]

El 29 de octubre, el M23 publicó en su página de internet un comunicado asegurando que «su derrota de los últimos días no era en absoluto una señal de debilidad, sino una retirada táctica a su base de Bunagana», feudo de las autoridades políticas del movimiento, en la frontera con Uganda. Según un habitante en una entrevista telefónica, los combatientes del M23 se desplegaron por la mañana en las colinas de Chanzu y Mbuzi, a alrededor de 2.000 metros de altitud, 80 kilómetros al norte de Goma.[4]

El 30 de octubre, a primera hora de la mañana, unos carros de la armada congolesa se desplazaban hacía Rutshuru (80 kilómetros al norte de Goma) a partir de la base de Rumangabo. El objetivo: las colinas de Chanzu, Mbuzi y Runyoni, dónde los rebeldes del M23 se habían refugiado. Al comenzar la tarde, los militares congoleses tomaron el control de Bunagana, a 70 km de Goma. Algunos testigos aseguran que las FARDC conquistaron esta ciudad sin una oposición real de la rebelión. Bunagana, situada en la frontera ugandesa, era considerada como el feudo político de la rebelión. Los rebeldes se retiraron. Varias decenas de miembros del M23 se rindieron ante la Monusco. Algunos se replegaron en las colinas de Mbuzi y Chanzu, otros se fueron a Uganda, como Bertrand Bisimwa, el presidente de la rama política del M23. Un taxista ugandés atestigua: «Todo comenzó esta mañana, cuando los militares FARDC fueron vistos en los alrededores de Tchengerero. La población comenzó a afluir hacia la frontera. Pero cuando el combate empezó, algunos militares M23 se quitaron el uniforme y atravesaron entre los civiles. Conté una treintena. Subieron siete a mi taxi. Yo los conocía. Me dijeron que estaban parados en Ruanda y que habían ido a buscar trabajo al otro lado de la frontera en las filas del M23. Cuando llegamos a unos metros del puesto fronterizo de Cyanika, en la frontera con Ruanda, bajaron del vehículo». Un delegado del M23 en las negociaciones de Kampala, Roger Lumbala, afirmó que esperaba obtener un acuerdo de paz con el gobierno de Kinshasa en 48 horas.[5]

El jefe de la Monusco, Martin Kobler, invitó a todos los grupos armados que operaban en el este de la RDCongo a «deponer sus armas en favor de la paz». Durante la conferencia semanal de las Naciones Unidas en Kinshasa, indicó que la reconquista de varios territorios en esa parte del país por la armada congolesa, apoyada por la misión de la ONU, debería servir de «mensaje» a todos los milicianos. «Todos los grupos armados del este de la RDC deben deponer las armas», precisó Martin Kobler, prometiendo acciones que «se dirigirán a todos los grupos armados, incluyendo las FDLR [los rebeldes ruandeses], las Maï-Maï y la ADF/Nalu». Tras los últimos éxitos militares contra el M23, Martin Kobler tiene prevista la vigilancia de la frontera entre la RDC y Ruanda para prevenir cualquier posible infiltración de las tropas extranjeras.[6]

Tras la recuperación de Bunagana por la armada gubernamental, el presidente de la sociedad civil de Kivu del Norte, Omar Kavota, declaró que los altos responsables de la rebelión del M23 tienen que ser llevados a los tribunales para que respondan por sus actos, sobre todo por los crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y atentados contra el Estado. Para Omar Kavota, es inútil continuar con las negociaciones de Kampala, puesto que las FARDC se han impuesto sobre el terreno. «La solución militar es la vía que el M23 acaba de oír. Debemos suspender las otras opciones» (política y diplomática), explicó.[7]

En una entrevista, el portavoz del M23 en Europa, Jean-Paul Epenge, afirmó que los mandos del movimiento habían abandonado Bunagana para ir a Kampala. Permanece el contacto entre los delegados de Kinshasa y los del M23 y las negociaciones continúan. En lo que respecta al proyecto de acuerdo presentado por el gobierno congolés en Kampala, Jean-Paul Epenge declaró que el M23 no quiere la integración de sus militares en las FARDC. Según él, la mayoría de los soldados del M23 son jóvenes cuyos padres viven todavía en los campos de refugiados de Ruanda, Uganda y otros sitios. Por tanto, quieren proteger a sus familias, que son amenazadas a menudo por las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDRL). Afirma que, por tanto, si se toman unas disposiciones para eliminar la amenaza FDRL, el M23 se desmovilizará solo. En cuanto a la amnistía, el M23 continúa exigiendo una amnistía global. ¿Por qué Kinshasa quiere excluir a Sultani Makenga [jefe militar del M23] y otros jefes militares del M23?, se pregunta Jean Paul Epenge, para el que es cierto que están bajo las sanciones de las Naciones Unidas, pero no son investigados por una jurisdicción internacional. En lo que respecta al futuro de los jefes políticos, según el portavoz del M23 en Europa, es una cuestión subsidiaria: cada uno decidirá en el momento oportuno. Esto dependerá del acuerdo que se firme. Lo más importante para el M23 es la cuestión de la amnistía y la persecución de las FDRL. Finalmente, exige a la mediación ugandesa de las negociaciones de Kampala que convoque a los beligerantes, si no el M23 asumirá sus responsabilidades[8].

En un mensaje dirigido al pueblo congolés y transmitido en la televisión nacional, tras la liberación de los territorios ocupados por el M23 llevada a cabo por las FARDC apoyada por la Monusco, el Jefe de Estado, Joseph Kabila, acogió la acción de las FARDC y de la Monusco y rindió homenaje a las víctimas militares y civiles.

A continuación declaró que «las recientes victorias de la armada nacional contra los rebeldes del M23 no pretendían convertir en obsoletas las opciones políticas y diplomáticas para restablecer una paz duradera» y señaló que «las opciones anunciadas desde el principio como respuesta a la crisis en el este de nuestro país siguen siendo pertinentes. Nuestra acción debía trasladarse a los planes políticos, diplomáticos y militares. Y eso es lo que se ha hecho». El Jefe de Estado ha reiterado que «exige a los elementos del grupo armado, que acaba de ser expulsado de los territorios de Nyiragongo y Rutshuru, que se desmovilicen voluntariamente o, en caso contrario, no tendremos otra opción que hacerlo por la fuerza. Esta misma exigencia se dirige a los otros grupos armados nacionales». Continuó diciendo que «poner fin a todas sus actividades militares haría a unos y otros susceptibles de reinserción en la vida nacional».

En cuanto a los residuos de los grupos armados extranjeros FDLR, ADF-NALU, LRA y FNL, que siguen sembrando la desolación en las provincias de Kivu del Sur y Kivu del Norte, les conminó a «deponer las armas y poner fin a toda exacción sobre las poblaciones congolesas. Si no obedecen a esta conminación, estos grupos armados se exponen a una operación de desarme forzoso tan enérgico como el que se está llevando a cabo».

A los países vecinos les dijo que «la vía real para la paz y la estabilidad en la región reside en la puesta en marcha, efectiva y de buena fe, del acuerdo-marco de Addis-Abeba, así como la Resolución 2098 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas». Les exhortó a «cumplir sus compromisos en términos de este acuerdo».

Se dirigió a sus compatriotas invitándoles a «tomar los últimos progresos de la situación en Kivu del Norte como una oportunidad para reforzar la cohesión nacional, con el fin de reconstruir al unísono el país». Desde este punto de vista, apeló al patriotismo de cada congolesa y de cada congolés: « Nuestro deber actual es ser, cada uno, un ferviente partidario de la paz y de la cohesión nacional. Debemos castigar toda actitud, todo propósito y todo comportamiento dirigido a exacerbar la división entre los congoleses. Actuar de otra manera favorecería a los enemigos del país. No es el momento de una caza de brujas o de buscar chivos expiatorios, sino de la unión de todos los congoleses en toda su diversidad con un único objetivo posible: la dignidad de la RDCongo».[9]

El 31 de octubre por la mañana, los vehículos blindados de las FARDC bombardearon los últimos atrincheramientos de los rebeldes situados en las colinas de Mbuzi, Runyonyi y Chanzu. «Les rodeamos para tomar Bunagana y ahora están acorralados. Les hemos atrapado y serán obligados a rendirse o tendrán que cruzar la frontera», afirmó un oficial de las FARDC. El portavoz militar en Kivu del Norte, el coronel Olivier Hamuli, exige en esta ocasión a los rebeldes, que aún resisten, a deponer las armas y rendirse ante la armada.[10]

Por la tarde, las FARDC atacaron las colinas de Mbuzi, Chanzu y Runyonyi, donde se refugiaban los rebeldes del M23. El portavoz de la armada congolesa de Kivu del Norte, el coronel Olivier Hamuli, indicó que desde el inicio del asalto esa mañana, la armada había ganado terreno. El terreno accidentado, formado por colinas, campos de plátanos y bosques muy densos, es particularmente difícil de conocer. Y más aún que el M23, y los que participan en el combate del lado de los rebeldes, lo conocen extremadamente bien. Aún se encuentran enormes reservas de armas del M23 en diferentes pueblos, sobre todo en Chanzu y Runyonyi, dos localidades próximas a la frontera ruandesa. Las fuerzas congolesas querrían eliminarlas, pero una parte de estas reservas está situada cerca del hospital de Tshantzu, lo que hace que su destrucción inmediata sea arriesgada. En el campo militar de Rutshuru, sentados en la hierba bajo unas palmeras, se encuentran 26 jóvenes miembros del M23 que habían desertado el día antes. Uno de ellos, Innocent, de 19 años, nos cuenta: «Yo formaba parte del comité de autodefensa de mi pueblo. Me cogieron a la fuerza y desde hacía un mes me ocupaba de la seguridad… Pero cuando vimos llegar a la armada gubernamental, aprovechamos para rendirnos». Según el comandante de este pequeño grupo, de las 31 personas que él dirigía, cinco personas (los de mayor grado) huyeron a Uganda y los otros 26, la mayoría antes eran civiles, prefirieron rendirse y esperan integrarse en las fuerzas armadas congolesas.[11]

Cuatro días tras la ida de los rebeldes del M23, la vida vuelve a su curso progresivamente en las ciudades de Kiwanja, Rutshuru y sus alrededores. Las autoridades, que han vuelto a ser establecidas, piden a toda la población que había huido de los combates que vuelva. En las ciudades de Kiwanja y del centro de Rutshuru, las tiendas, los negocios, los restaurantes y los mercados vuelven a funcionar normalmente. En la arteria principal se puede observar una circulación intensa de vehículos y motos. Las autoridades locales afirman que la seguridad está garantizada por los militares gubernamentales y los policías nacionales. Los habitantes de Kiwanja piden al gobierno que mantenga las FARDC y continúe desactivando los otros grupos armados aún activos en esta región.[12]

El 3 de noviembre por la mañana, la armada congolesa lanzó una nueva ofensiva contra los últimos bastiones de los rebeldes del M23. «Estamos bombardeando Mbuzi […], tras la artillería viene la infantería», indicó por teléfono el general Lucien Bahuma, comandante de la 8ª región militar de Kivu del Norte, y añadió que las colinas estaban siendo recuperadas y que los rebeldes habían huido. «Los combates se han concentrado en la colina de Mbuzi. La situación evoluciona bien», estima un capitán que vuelve del frente.

En una llamada telefónica, el portavoz civil de la rebelión, Amani Kabasha, declaró, por el contrario, que la situación «no había cambiado mucho». «Estamos en las colinas, esperamos la firma de un acuerdo […] no hay que pensar que estamos acabados», añadió.[13]

  1. OFENSIVA MILITAR Y NEGOCIACIONES POLÍTICAS

Tres son los factores que han contribuido al éxito de la última ofensiva militar de Kinshasa contra el M23: la ausencia de reacción de Ruanda, el apoyo de la ONU y los claros progresos de la armada congolesa.

«Ha habido una gran presión por parte de la diplomacia anglosajona sobre [el presidente ruandés Paul] Kagame para pedirle que no actúe», indica un diplomático en Kinshasa.

«El secretario de Estado John Kerry y otros responsables han compartido nuestra inquietud sobre varios dirigentes de la región, entre los que se encontraba el presidente Kagame, con respecto al apoyo a los grupos armados como el M23», indicó un responsable del departamento de Estado en Washington.

La presión diplomática «tenía razón, al menos de momento, sobre la determinación de Kigali, que por fin ha dejado el M23», indica Thierry Vircoulon, director del proyecto África central del International Crisis Group.

Los ugandeses también se han «puesto en guardia» y efectivamente han «reforzado sus controles en la frontera, para que los combatientes [rebeldes] no pasen» por allí, destaca un experto militar en Kinshasa.

Para Thierry Vircoulon, el éxito de la ofensiva gubernamental se debe a «un apoyo de la Monusco, la reducción de la corrupción en las unidades implicadas, un cambio de mando y una estrecha coordinación [de la armada] con la Monusco en términos de planificación de operaciones».

Según un experto militar que conoce bien las misiones de la ONU, «una cierta simbiosis» se ha establecido entre la armada y la Monusco desde la llegada de su nuevo jefe, el alemán Martin Kobler, en agosto. La Monusco no ha participado en los combates, permitiendo así a las FARDC recuperar terreno, pero ha desplegado rápidamente sus patrullas en las zonas liberadas para proteger a los civiles, lo que ha permitido también a la armada asegurar la retaguardia. La Misión proporciona «raciones de combate a las unidades que están operando y es importante porque los soldados saben que no tendrán el estómago vacío al irse a dormir», anota el experto de las misiones de la ONU. «Ha ayudado con inspecciones aéreas, fotos, informaciones», añade un diplomático.

Según el experto militar en Kinshasa, las victorias de la armada son la prueba de que los congoleses han sabido sacar partido de «una serie de lecciones duramente aprendidas». «Han retirado de Kivu del Norte más de un centenar de oficiales que no hacían su trabajo o eran incompetentes, han mejorado las comunicaciones y el envío de unidades sobre el terreno, así como los sistemas de abastecimiento, y hacen subir al frente las mejores unidades, formadas por los sudafricanos, los belgas y los chinos», explica este experto, y todo eso hace evidentemente que todo cambie.[14]

El 29 de octubre, en una entrevista, el investigador de la ONG americana Enough Project, Fidel Bafilemba, afirmó que, a pesar de la derrota ante las tropas gubernamentales, el M23 «aún es capaz de sorprendernos».

Pregunta: el jefe de la Misión de las Naciones Unidas para la estabilización de la RDC (Monusco), Martin kobler, explica que el M23 está «casi acabado» militarmente. ¿Comparte usted esa opinión?

Respuesta: Para nada. Las fronteras de la RDCongo son muy porosas y, mientras los presidentes [ruandés] Paul Kagame y [ugandés] Yoweri Museveni no habrían consentido sinceramente una paz duradera en el este de la RDC y en la región, el M23 es capaz de sorprendernos, aunque lo hayan expulsado fuera de las fronteras del Congo. Antes de poder decir que el M23 está totalmente derrotado militarmente, aún queda mucho que hacer en términos de reforma del sistema de seguridad congolés y llevar a cabo un esfuerzo diplomático para que haya un compromiso sincero de los presidentes de Ruanda y Uganda. Ya que Ruanda y Uganda no han dicho su última palabra y quieren a toda costa una amnistía general y la integración de los oficiales del M23 [en la armada congolesa] sin condición, a Kinshasa aún le queda mucho por delante.

P: El Ministro de Defensa anunció que la armada no tenía «límites» para defender la integridad territorial de la RDC, pero que el poder permanecería abierto a las negociaciones de Kampala. ¿Le interesa a Kinshasa detener los combates para volver a Kampala?

R: Kinshasa, por desgracia, no tiene la última palabra sobre el proceso de Kampala, y combatir el M23 militarmente es complicado. Por otro lado, la presión interna de la población congolesa no deja demasiado margen de maniobra [al presidente congolés] Joseph Kabila, que se arriesga a ser visto como un traidor si vuelve a ordenar la detención de los combates. Por eso, a pesar de seguir comprometida con el proceso de Kampala, Kinshasa está obligada a continuar con la presión militar aprovechando el hecho de que Ruanda y Uganda tienen problemas para mantener masivamente el M23 como en noviembre de 2012, cuando los rebeldes, en la cumbre de su poder, tomaron la ciudad de Goma.[15]

El 29 de octubre, el enviado especial americano de la región de los Grandes Lagos, Russell Feingold, respondió a las preguntas de la RFI:

Pregunta: Para resolver el problema de los rebeldes del M23, ¿la solución militar no sería la mejor?

Respuesta: No, ese no es mi punto de vista. Lo que hace falta es un acuerdo de paz negociado con el M23. El proceso está en marcha, en lo que respecta a las negociaciones de Kampala. Es necesario que estas negociaciones lleguen a buen término pronto, porque eso podría poner fin a los enfrentamientos, pero hay que conseguirlo sin acordar amnistía a los que han cometido crímenes graves. Una mayor presión militar podría poner en peligro las negociaciones de Kampala, y con ellas la posibilidad de ver al M23 dejar las armas. También podría poner en peligro las iniciativas para la paz que mantienen la comunidad internacional y la Unión africana. Los militares congoleses han conseguido varias victorias estos últimos días pero, en este momento, detenernos permitirá servir mejor al Congo y los pueblos de la región.

P: ¿No teme que el presidente Kabila intente arreglar el problema con una gran ofensiva militar?

R: Me encontré con él antes de los últimos combates y no negó que quizás podría decidir que es necesaria una iniciativa militar, pero no me pareció un hombre motivado sólo por la solución militar. En Kampala, dio luz verde a sus negociaciones para conseguir un acuerdo.

P: Si el M23 sufre derrota tras derrota, ¿no teme que la armada ruandesa intervenga directamente en el terreno del lado del M23?

R: Eso sería un desarrollo muy desafortunado. El gobierno ruandés y el presidente Kagame dicen que están a favor del desmantelamiento del M23.

P: Desde hace un año, ustedes imponen unas sanciones a Ruanda por su ayuda a los rebeldes del M23. ¿Estas sanciones tienen algún efecto sobre el terreno?

R: Ignoro cuál ha sido el impacto de las sanciones… Con Ruanda, nuestro objetivo es tener una relación positiva y continua. Es un país amigo de Estados Unidos, estamos admirados por los progresos que ha conseguido este país, sobre todo porque ha tenido que superar una enorme tragedia, hace apenas veinte años… por eso nos encantaría mucho trabajar con Ruanda para permitir que las negociaciones de Kampala lleguen a buen término, para ver el M23 desmantelado, y para tener una relación en la que no tengamos necesidad de hablar de sanciones o de cosas de ese tipo.

P: El presidente Kagame afirma que la guerra no cesará mientras los rebeldes hutus ruandeses de las FDLR sigan sirviendo en la región con el apoyo, según él, de las FARDC. El presidente tanzaniano Jakaya Kikwete propone una gran mesa redonda con todo el mundo, incluidas las FDLR. Pero Ruanda se opone completamente. Dice que no puede discutir con las fuerzas del mal. ¿Qué piensa usted?

R: Comprendo por qué el presidente Kagame es reticente a comprometerse en ese tipo de negociaciones, y no creo que unas negociaciones entre una nación soberana y un grupo armado, como si fueran dos partes iguales, sea el mejor medio para resolver este tipo de problemas. Los Estados-naciones implicados deben ser los que tomen parte en las negociaciones, tienen que estar en la misma mesa, es decir el Congo, Ruanda y los otros países afectados. Y a lo largo de este proceso, entonces sí, la cuestión de las FDLR y las cuestiones que subsisten en lo referente al M23 deben abordarse, pero eso no quiere decir que esos grupos armados deban tener un sitio en la mesa. Son grupos armados ilegales. Cada una de las naciones firmó un acuerdo-marco que estipula que estos grupos no tienen que ser tolerados, así que creo que hay una opción mejor que la de organizar toda una serie de negociaciones entre una nación soberana y un grupo rebelde considerado hostil.

P: En las discusiones de Kampala, el gobierno congolés amenaza a los jefes rebeldes del M23 con persecuciones judiciales. Pero cuando se negocia con esta gente diciéndole: «En cuanto hayáis firmado un acuerdo, intentaré meteros en prisión», ¿no se está torpedeando esas negociaciones?

R: El Congo tiene el derecho de pedir cuentas a los autores de los crímenes graves, y a los que los han ordenado. No podemos esperar que renuncie a ese derecho por que haya aceptado entrar en las negociaciones, no es apropiado. Hay una diferencia con la amnistía acordada a los que se han rebelado, el gobierno del Congo está dispuesto, ha estudiado la cuestión de forma razonable. Pero el Congo, la comunidad internacional, y, francamente, los Estados Unidos no pueden mantener un acuerdo que prevea la amnistía para los autores de crímenes graves. Se trata de no repetir los errores del pasado, y eso es lo que los congoleses le dicen a Kinshasa y al resto del país. Acordar una amnistía de forma repetida a la misma gente que ha cometido crímenes graves no tiene ningún sentido. Hay que dar un giro y llegar a un acuerdo de paz razonable, que garantice la seguridad a los miembros del M23 que han sido desmovilizados y desarmados, pero que no prevea una amnistía para los autores de crímenes graves.[16]

Los rebeldes del M23 huyeron ante la avanzada de la armada congolesa. Sin embargo, la guerra no está completamente ganada y la rebelión del M23 sólo es un elemento de la crisis de Kivu. Explicaciones de Gaspard-Hubert Lonsi Koko, ensayista y observador de las relaciones entre Norte-Sur.

P: La armada congolesa, apoyada por las fuerzas de la ONU, ha ganado cada vez más terreno frente al M23. ¿Podemos hablar ya de una derrota del M23?

R: Es más prudente no vender la piel del oso antes de cazarlo. Neutralizar los elementos del M23 es una cosa. Estabilizar completamente la región de Kivu es otra. El M23 es la emanación del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP, una rebelión precedente) y nada garantiza que su decapitación no vaya a generar otros movimientos armados.

P: El jefe de la Monusco, Martin Kobler, también ha hablado del «fin militar del M23». ¿Podemos creer entonces en el fin de la crisis de Kivu?

R: La crisis es tan profunda que no se resolverá por la simple neutralización del M23. El robo de mineral y la voluntad expansionista de los países vecinos, Ruanda y Uganda, son las principales causas de la desestabilización de Kivu. Será necesario que los dirigentes Ruandeses y ugandeses, así como las potencias extracontinentales que mantienen los grupos armados sobre el suelo congolés, puedan renunciar a sus agendas ocultas.

P: La ONU y la Comunidad internacional han pedido la vuelta a las negociaciones con el M23. Sin embargo, Kinshasa ha preferido la opción militar hasta la destrucción de la rebelión. ¿Por qué ese empeño?

R: No podemos poner en tela de juicio la voluntad de Kinshasa de encontrar una solución pacífica a la dramática situación que vive el norte de Kivu. Sin embargo, con numerosas reacciones, el M23 y sus padrinos ruandeses y ugandeses han jugado con fuego. Kinshasa está en su derecho de restablecer la autoridad del Estado y la seguridad de la población en Kivu y asegurar la defensa de su territorio nacional. Si hay que retomar las negociaciones de Kampala, las discusiones tienen que hacerse sobre la base de las leyes congolesas violadas por los elementos del M23, sobre el apoyo proporcionado a los rebeldes por Ruanda y Uganda y sobre las persecuciones de los autores de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

P: Dado que el M23 estaba mantenido por Ruanda, ¿habrá que negociar directamente con Kigali?

R: Para discutir directamente con Ruanda, es necesario que sus dirigentes sean sinceros. Cuando ya te ha mordido la serpiente, temes incluso al ciempiés. Es una cuestión de confianza. Esto no se reestablecerá naturalmente de un día para otro. Se necesitan verdaderos hombres y mujeres de Estado, del lado congolés y ruandés, para extinguir el fuego.

P: ¿A qué podrían llevar estas negociaciones?

R: A evitar que las violaciones de los derechos fundamentales de la persona humana no se reproduzcan. A dedicarse a la pacificación de la región de los Grandes lagos. A consolidar los acuerdos de no-agresión y a poner en marcha mecanismos que sancionen su violación. A respetar la integridad territorial y la soberanía de los países de la región… A vivir en armonía y en la comprensión mutua y a mostrar al resto del mundo que los seres humanos son capaces de transformar los problemas en algo bueno.[17]

Hay que recordar que Ruanda está abiertamente implicada en todas las guerras del este desde 1996 bajo diversas denominaciones, entre ellas la AFDL, el RCD, el CNDP y finalmente el M23. Para justificarse, siempre ha utilizado el pretexto, tan falaz y falso, de la guerra preventiva contra las FDLR considerados, sea cierto o no, como los responsables del genocidio de 1994 y que podían suponer una amenaza para su seguridad interior. En la actualidad el mundo entero se ha rendido ante la evidencia de que ese pretexto sólo sirve como tapadera para una estrategia de poblamiento y explotación del territorio congolés, en cooperación con unos grupos mafiosos internacionales.

En este contexto, la comunidad internacional sigue manteniendo un lenguaje doble y ambiguo. Por un lado, es consciente de las victorias militares de las FARDC frente al M23 y, por otra parte, sigue recomendando al gobierno de la RDC que retomen el camino de Kampala para concluir un acuerdo de paz con el mismo M23, un movimiento que, según el representante especial del secretario general de la ONU en RDC, ha perdido la mayor parte de su potencial militar.

La misma comunidad internacional, a través del acuerdo-marco de Addis Abeba, trata al M23 como fuerza negativa de la que la Brigada especial de intervención rápida de la Monusco es la encargada de erradicar, así como a las FDLR, la AFD-Nalu y los múltiples movimientos de resistencia local MAI-MAI. El pueblo congolés se pregunta qué objetivo pretende alcanzar la comunidad internacional al pedirle a la RDCongo que negocie con un movimiento fantoche que ha perdido la mayor parte de su potencial militar y que está considerado como una fuerza negativa. ¿Cuáles serán las contrapartidas congolesas? ¿No se encontrarían con un acuerdo político que hipotecaría la soberanía y la integridad territorial de la RDC? ¿No se encontrarían con acuerdos que comprometen a la RDC con Ruanda para la explotación común de las riquezas minerales situadas en el territorio congolés?[18]

Incluso si la debacle impuesta al M23 tiene un fuerte simbolismo en la guerra que se come la parte este de la RDC, también provoca otros problemas que inevitablemente debíamos estudiar con detenimiento para capitalizar esta situación. En efecto, las FARDC, apoyadas por la Monusco y su brigada especial, han ganado una batalla, eso no quiere decir que la guerra haya terminado en la parte este de la RDC. Las raíces de la guerra se extienden hasta las fronteras de la RDC, hay que tantear otros caminos para garantizar una paz duradera en la región.

Ruanda ha multiplicado las rebeliones en el este de la RDC, poniendo como pretexto su problema para acorralar a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) para neutralizarlos. Todas las rebeliones que han desfilado en el este, desde la AFDL hasta la más reciente, el M23, han sido creadas sobre la base de este postulado. En su estrategia de autoprotección, Ruanda ha atraído a su juego a Uganda. Desde entonces, estos dos países no se han distanciado nunca del este. Como en el comer y el beber, todo es empezar, hoy se consideran los dueños de la RDC. Desde este punto de vista, la victoria de las FARDC sobre el M23 no tiene que ocultar la causa profunda de la desestabilización de la región de los Grandes Lagos. Así, la paz (la verdadera en la región) sólo se puede negociar entre estos tres países: la RDC, Ruanda y Uganda. Un esquema que ignore esto solo resuelve la crisis a medias.

En su último mensaje a la nación, Joseph Kabila, claramente planteó esta cuestión. Señaló que «la vía real para la paz y la estabilidad en la región reside en la puesta en marcha, efectiva y de buena fe, del acuerdo-marco de Addis-Abeba». Y en ese momento animó a unos y otros a «cumplir sus compromisos en términos de ese acuerdo». En su discurso se notaba su firme voluntad de privilegiar una solución global que incluya a todos los países signatarios del acuerdo-marco de Addis-Abeba, principalmente Ruanda y Uganda.

Así, a este nivel, si hay que entablar un diálogo político, tiene que ser directamente con Ruanda y Uganda. El M23 ha sido completamente desmantelado, nada obliga a la RDC a continuar con las negociaciones con un movimiento que ha perdido toda su alma. La razón recomienda que negocie directamente con sus mentores, Ruanda y Uganda. Las Naciones Unidas, que apadrinan las iniciativas de paz desplegadas en la región, deben implicarse más para mantener un tripartito que implicaría a la RDC, Ruanda y Uganda.[19]

3. LA REANUDACIÓN DE LAS NEGOCIACIONES DE KAMPALA

El 31 de octubre, durante un discurso en la universidad de Georgetown de Washington, el emisario de los Estados Unidos para la región de los Grandes Lagos, Russ Feingold, dijo que esperaba que las negociaciones de Kampala conduzcan en los próximos días a un acuerdo en el que la rebelión del M23 sea disuelta. «De ninguna manera es el momento de descorchar el champán, incluso aunque (ese acuerdo) pueda constituir un paso importante en la dirección correcta», previno. Por otro lado, el antiguo senador americano indicó que había hablado con diferentes países africanos sobre la posibilidad de nombrar un antiguo jefe de Estado para negociar con todas las partes. «Creo que necesitamos verdaderas negociaciones bajo mediación, negociaciones de paz –un mecanismo semipermanente», estimó M. Feingold. Este mediador hablaría con todos los países afectados, incluida Ruanda que no está implicada en las negociaciones de Kampala, pero que la RDC y la ONU acusan de mantener el M23.

Un portavoz del servicio diplomático de la Unión Europea (UE), Sébastien Brabant, también declaró que «la UE exige una conclusión política rápida de las negociaciones de Kampala, con vistas a conducir al desarme definitivo del M23».[20]

El 1 de noviembre, durante una rueda de prensa en Kinshasa, el portavoz del gobierno congolés, Lambert Mende Omalanga, declaró que «no será mediante una simple victoria militar como resolveremos el problema de algunos congoleses que se pusieron al servicio de agendas extranjeras para desestabilizar sus propios países». Así, el ministro ha formado parte de la determinación de Kinshasa de seguir las negociaciones con la rebelión del M23 en Kampala, en Uganda. Lambert Mende aseguró que «el gobierno congolés no está entusiasmado por el éxito de la última contraofensiva militar contra el M23 la cual, por importante que sea para el desarrollo de los acontecimientos, no es una panacea». «El gobierno considera lo que se ha hecho en el plano militar como una simple etapa en la vía de la normalización. El gobierno no acepta poner entre paréntesis las otras etapas, como son las acciones políticas y diplomáticas, que le parecen las únicas capaces de garantizar una paz duradera en el país» indicó. Según Lambert Mende, la RDC continúa considerando las negociaciones de Kampala como «la última oportunidad ofrecida a los elementos residuales y radicales del M23, con el fin de que depongan las armas y se inscriban en el esquema del acuerdo de Addid-Abeba así como el de la resolución 2098 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas». Se trata, según él, de no «dejar las cosas inacabadas», explicó el portavoz del gobierno congolés. M. Mende se alegra de la rendición de un cierto número de soldados del M23. El gobierno, indicó él, continúa animando ese regreso y tranquiliza a todos los que se rindan, que se beneficiarán de los mecanismos de reinserción social que les corresponda. Los que están en conflicto con la ley nacional e internacional tienen garantizado un juicio justo y el respeto de su derecho a la defensa.[21]

El 2 de noviembre, el ministro de Asuntos exteriores congolés, Raymond Tshibanda, volvió a Kampala, acompañado por el embajador congolés en Uganda, Jean-Charles Okoto. El gobierno congolés mantenía una delegación «técnica» en Kampala desde la suspensión de las negociaciones el 21 de octubre. En una conversación telefónica, el jefe adjunto de la delegación del M23 en Kampala, Roger Lumbala, declaró que «aún quedaba un último punto importante [que negociar] relativo a la amnistía».[22]

El 3 de noviembre, el portavoz del gobierno congolés, el ministro Lambert Mende, anunció que, por la mañana, «en Kampala, el M23 aceptó deponer las armas sin condiciones así como su división en dos fases, es decir en Kivu del Norte y después fuera de la provincia». Por su parte, la delegación del gobierno congolés «exigió que se hiciera por escrito», destacó y precisó que «el texto del compromiso del M23 se estaba preparando».[23]

Por la tarde, en un comunicado publicado desde Kampala, el presidente del M23, Bertrand Bisimwa, «ordenó a todas las fuerzas de la Armada revolucionaria congolesa el cese inmediato de las hostilidades contra las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) y abstenerse de cualquier acto o comportamiento contrario a esta orden, para permitir la prosecución del proceso político». «El jefe de estado mayor de la Armada revolucionaria congolesa, así como los comandantes de las grandes unidades, velarán por el estricto cumplimiento de esta orden por los elementos bajo su mando», añade M. Bisimwa, que pide a Uganda, la cual asegura la mediación entre las dos partes en las negociaciones de Kampala, «que ponga en marcha inmediatamente un mecanismo de [vigilancia] del estado del cese de las hostilidades». Bertrand Bisimwa estimó que el conflicto en el Este de la RDC es más político que militar. «Creemos que el conflicto es político y debe resolverse políticamente. Esperamos que las fuerzas opuestas [las FARDC] den las misma órdenes a sus unidades», afirmó Bertrand Bisimwa.

La pregunta que se hacía en mitad de la tarde en la zona de combate era saber cómo sería ejecutada esa orden por los comandantes militares del M23. «Los combates continúan. En cualquier caso, sacarnos de aquí será difícil. Estamos bombardeando [las tropas] que están subiendo a los valles» había declarado el portavoz militar de los rebeldes, Vianney Kazarama unos minutos antes de que llegara el comunicado de M. Bisimwa.[24]

Según un periodista presente en Kampala, Bertrand Bisimwa afirmó que este alto el fuego fue decidido en un acuerdo común con el gobierno durante la noche del sábado al domingo. La delegación gubernamental ha desmentido la información, afirmando que esta declaración es una estafa y una mentira. Explica que toda la noche se trató la cuestión de que el M23 firmara su fin como rebelión (su rendición) y pusiera sus tropas a disposición de la armada congolesa de las FARDC.

Todo el día de ese sábado se esperaba que el M23 hiciese una declaración oficial y solemne a la prensa de su cese como «rebelión», pero llegó esta sorpresa, dijo un miembro de la delegación, antes de añadir que el gobierno también tenía que tener en cuenta el fin del M23 como rebelión y no hablar de un alto el fuego, el cual Kinshasa niega y rechaza.

Según otro miembro de la delegación congolesa, las FARDC continuarán bombardeando la región de Jomba, hasta que el M23 y Sultani Makenga sean derrotados. También dijo que el diálogo de Kampala debe terminar el sábado 9 de noviembre de 2013.[25]



[1] Cf Radio Okapi, 28.10.’13

[2] Cf Radio Okapi, 29.10.’13

[3] Cf Radio Okapi, 30.10.’13

[4] Cf AFP – Rumangabo, 29.10.’13

[5] Cf AFP – Jeune Afrique, 30.10.’13; Radio Okapi, 30.10.’13; BBC – Afrique, 30.10.’13; RFI, 31.10.’13

[6] Cf Radio Okapi, 30.10.’13

[7] Cf Xinua – Kinshasa, 31/10/2013 (via mediacongo.net)

[8] Cf Trésor Kibangula – Jeune Afrique, 30.10.’13

[10] Cf 7 sur 7.cd – Bunagana, 31.10.’13

 

[11] Cf Radio Okapi, 31.10.’13 ; RFI, 01.11.’13

[12] Cf Radio Okapi, 31.10.’13

[13] Cf AFP – Africatime,  03.11.’13

[14] Cf AFP – Kinshasa, 03.11.’13

[15] Cf Habibou Bangré – AFP – Kinshasa, 29.10.’13

[16] Cf Christophe Boisbouvier – RFI, 29.10.’13 http://www.rfi.fr/afrique/20131028-russell-feingold-rfi-effo…

[17] Cf Sybille de Larocque – Jol Press – Africatime, 30.10.’13

[18] Cf F. M. – Le Phare – Kinshasa, 31.10.’13

[19] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 01.11.’13

[20] Cf Radio Okapi, 01.11.’13

[21] Cf Radio Okapi, 01.11.’13; Angelo Mobateli – Le Potentiel – Kinhasa, 01.11.’13; Xinua – Kinshasa, 02.11.’13 (via mediacongo.net)

[22] Cf Radio Okapi, 02.11.’13

[23] Cf Angelo Mobateli – Le Potentiel – Kinshasa, 03.11.’13

[24] Cf AFP – la Libre Belgique, 03.11.’13; Radio Okapi, 03.11.’13

[25] Cf Julienpaluku.com – Goma, 03.11.’13

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Traducción española dentro del proyecto PerMondo para la traducción gratuita de páginas web y documentos para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Agit. Traductora: Belén Murcia Sánchez

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