Congo Actualidad n. 201

ÍNDICE

EDITORIAL: ¿Cuál será el futuro de las negociaciones en Kampala?

1. LA LIBERACIÓN TOTAL DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS POR EL M23

a. Las tres últimas localidades

b. Los motivos del éxito

2. EL M23 PASA LA FRONTERA

3. LAS NEGOCIACIONES ENTRE EL GOBIERNO Y EL M23 EN KAMPALA

a. ¿Hacia la firma de un acuerdo?

b. No forzosamente: para un cambio de situación, diferentes soluciones.

 

EDITORIAL: ¿CUÁL SERÁ EL FUTURO DE LAS NEGOCIACIONES EN KAMPALA?

El ejército congoleño recuperó las tres últimas localidades ocupadas por el Movimiento 23 de Marzo (M23), un grupo armado apoyado por los países vecinos, especialmente por Ruanda y Uganda. Lo consiguió reorganizando su logística y su cadena de mando, con el apoyo del pueblo y asistidos por la brigada de intervención de la Misión de las Naciones Unidas (MONUSCO). La población vivió esta liberación con mucha alegría, tras 18 meses de ocupación y sufrimiento.

Los problemas no han terminado, es necesario resolverlos.

Muchos se preguntan ahora cómo será el futuro de las negociaciones llevadas a cabo en diciembre de 2012 en Kampala (Uganda) entre la delegación del gobierno congoleño y el M23.

Para algunos, estas negociaciones no tienen razón de ser, ya que el M23 ha sido derrotado militarmente. Para otros, un acuerdo con el M23 sería un acto de traición del ejército y de todo el país. Por el contrario, la ONU y la comunidad internacional impulsaron al gobierno congoleño a aceptar una conclusión de las negociaciones con un acuerdo político con el M23, a pesar de la victoria militar. Una cosa es cierta: los problemas no han terminado. Todos los oficiales y soldados del M23, derrotados militarmente, atravesaron la frontera y huyeron a Uganda y a Ruanda.

A este respecto, las cifras varían según la fuente. El gobierno ugandés afirma haber acogido a 1 700 miembros del M23, cifra poco probable. Julien Paluku, gobernador de Kivu del Norte, afirma que «más de 400 se han quedado en la República Democrática del Congo. Otros 700 están en Ruanda (100 heridos y seguidores de Runiga desde abril) y entre 100 y 150 cayeron en el campo de batalla».

Más allá de las cifras, que deben verificarse, queda el problema de saber qué hacer, pues el M23, aunque vencido militarmente, puede preparar una nueva rebelión desde el exterior o unirse a otros grupos armados. Cabe recordar que el M23 ya había establecido relaciones con diversos grupos armados, como los Mai Mai Cheka, los Mai-Mai de Hilaire Kombi y algunos grupos de Mai-Mai de Raia Mutomboki.

Para un cambio de situación, una respuesta distinta.

En esta perspectiva, se podría decir que las negociaciones de Kampala son siempre válidas, a condición de que tengan en cuenta la evolución de la situación.

El objetivo de estas negociaciones era que las dos partes llegaran a un acuerdo, no obstante, estuvieron mal gestionadas desde el principio, ya que se puso al mismo nivel al gobierno de un estado soberano y a un grupo armado reconocido por la comunidad internacional como una «fuerza negativa». Actualmente, la situación ha cambiado totalmente, pues los territorios ocupados por el M23 han sido liberados. Como grupo armado, el M23 ha sido vencido militarmente y sus dirigentes han anunciado haber «decidido, a partir de este día, poner fin a la rebelión y seguir, a través de medios puramente políticos, la búsqueda de soluciones a las profundas causas que desencadenaron su creación. A este efecto, se ruega a todos los jefes militares de la rebelión que preparen a las tropas para el proceso de desarme, desmovilización y reinserción social según las modalidades que se acuerden con el gobierno».

¿«Declaración» o «Acuerdo»?

Precisamente, las autoridades congoleñas afirman que no están dispuestas a dejarse arrebatar una victoria militar obtenida con mucho sacrificio. Además, según la delegación del gobierno, teniendo en cuenta los recientes acontecimientos, las negociaciones de Kampala no se podrán concluir con un acuerdo entre las dos partes, pero sí con una «declaración» que oficialice el fin del grupo armado denominado M23.

Por otra parte, tras la derrota militar, el M23 no está dispuesto a aceptar otra derrota en el plano diplomatico y su delegación mantiene el deseo de llegar a una conclusión de las reuniones mediante un acuerdo de paz, lo que le permitiría sentirse aún un socio clave.
Las dos delegaciones no han llegado a un acuerdo y la conclusión de las negociaciones ha sido aplazada.

Esto podría parecer un juego de palabras, pero en la diferencia entre los dos términos, declaración y conclusión, está la naturaleza del documento final de las negociaciones de Kampala. Probablemente no se trate solo de una cuestión semántica, sino que además se trate de la necesidad de aclarar ciertas ambigüedades.

Por ejemplo, el pueblo congoleño está cansado de acuerdos ficticios que jamás se han respetado y que dan lugar a repetitivas rebeliones. Los congoleños ya no aceptan la presión que ejerce la comunidad internacional sobre el gobierno congoleño para que se comprometa en las negociaciones políticas y en los acuerdos «políticos» con el M23, sin pedir a Ruanda y Uganda hacer lo mismo con sus respectivas rebeliones, las FDLR y la ADL / UNLA, que huyeron hacia la República Democrática del Congo. Las declaraciones de Russell Feingold, enviado especial de Estados Unidos en la región de Los Grandes Lagos de África, en una entrevista para Radio Francia Internacional el 29 de octubre, parecen bastante dudosas: «Comprendo por qué el presidente Kagame se muestra reticente a comprometerse en las negociaciones (con las FDLR) y no creo que las conversaciones entre una nación soberana y un grupo armado, como si las dos partes fueran iguales, sea la mejor forma de resolver el problema». Entonces, ¿por qué, en la misma entrevista, declaró que «la República Democrática del Congo necesita negociar un acuerdo de paz con el M23»? ¿por qué esta doble medida, una para Ruanda y otra distinta para la República Democrática del Congo? ¿por qué tanta hipocresía?

Además de este doble juego de la comunidad internacional, existe una segunda cuestión sobre el enigma de los verdaderos miembros del M23 que huyeron a Uganda. Según el gobernador de Kivu del Norte el anuncio de la llegada de 1 700 rebeldes del M23 a Uganda es una «estrategia del M23 y sus aliados» para incorporar «elementos ruandeses y ugandeses» en las FARDC.

«Declaración».
Una declaración final de las negociaciones de Kampala debería, pues, servir para oficializar el fin de la existencia del M23 y para fijar las bases de un futuro de paz.

En este sentido, la declaración debería tener en cuenta el anuncio hecho por la dirección política del M23, el 5 de noviembre, sobre el fin de la rebelión y las instrucciones dadas a sus oficiales militares. La declaración final debería definir las condiciones de una eventual amnistía a acordar individualmente, caso por caso, y no colectivamente. Los responsables y los autores de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad (asesinatos, violaciones, reclutamiento de menores, etc.) y los oficiales implicados en el comercio ilegal de recursos naturales deberían rendir cuentas de sus actos ante la justicia nacional e internacional, sin la posibilidad de beneficiarse de la amnistía.
Este es el caso, entre otros, de todos aquellos que están sometidos a sanciones de la ONU, de aquellos buscados por la justicia congoleña e internacional.

La declaración fijaría las condiciones para la integración de los miembros del M23 en el seno de las FARDC, que se realizaría individualmente, caso por caso. Cada candidato debe comprometerse, por escrito, a no volver a desertar del ejército ni volver a tomar las armas contra el Estado. Además, debería aceptar servir a la Patria en otras regiones diferentes a las de Kivu del Norte, Kivu del Sur y Maniema, lejos de las fronteras con Ruanda y Uganda. Cabe señalar que, hasta ahora, nunca habían aceptado ser trasladados a otros lugares, bajo el falso pretexto de proteger a sus familias de la «amenaza» de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR). Los miembros del M23 de nacionalidad extranjera, los que ya desertaron del ejército en el pasado y los que han sido reclutados, a menudo a la fuerza, por el propio M23 deberían excluirse de la integración en las FARDC.

Para estos casos, la declaración debería proporcionar las directrices a seguir para su repatriación o para su reinserción social.

En lo referente a una eventual transformación del M23 en partido político, no debemos olvidar que al M23 se le denominó de esta manera porque reclamaba la aplicación íntegra de los acuerdos del 23 de marzo de 2009 firmados por el gobierno congoleño y el Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), otro grupo armado apoyado siempre por Ruanda. El CNDP se transformó en un partido político, llegando a ser miembro de la mayoría presidencial, aunque esto no impidió la aparición del M23. La denominación M23 indica, además, su origen: el CNDP. Por lo tanto, no es necesario que el M23 se convierta en un nuevo partido político, solo que vuelva a donde surgió: el CNDP.

Lo que se debe evitar es otra infiltración en ejército nacional y en las instituciones del país de personas que pueden estar en el origen, en el futuro, de un nuevo conflicto, mientras que el pueblo congoleño reclama justicia y paz.

1. LA LIBERACIÓN TOTAL DE LOS TERRITORIOS OCUPADOS POR EL M23

a. Las tres últimas localidades

El 4 de noviembre, a primera hora de la mañana, el M23 lanzó tres obuses a civiles desde la colina de Chanzu causando seis muertos y diez heridos en los barrios de Karambo y Masoro, obligando a los habitantes de Bunagana a refugiarse en Uganda. Otros obuses cayeron en la localidad de Tchengerero, a unos 4 Km de Bunagana. Fuentes militares indican que fueron asesinados un hombre y una mujer. Alrededor del mediodía, las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC) tomaron la colina, «muy estratégica», de Mbuzi, una de las tres últimas posiciones de los rebeldes del M23 atrincherados en las fronteras de Ruanda y Uganda. Tras la toma de esta colina, las FARDC prosiguieron su ofensiva contra las dos últimas posiciones de los rebeldes en Chanzu y Runyonyi.[1]

Son unos cincuenta, un pequeño número de personas que se dirigen al paso de la carretera. Mujeres y niños, un colchón, una maleta o un gran petate sobre la cabeza. Todos huyen de los obuses caídos sobre sus pueblos un poco antes. «La bomba ha caido en una escuela veterinaria causando multitud de muertos. No sé cuántos. Todo el mundo corría en todas las direcciones. He perdido de vista a dos de mis hijos, no sé dónde están», cuenta Meriem con un niño de la mano. Cédric huyó, también, rápido: «Cogí mi ropa y salí corriendo. Dejé a mis padres y no sé dónde están. Nosotros no queremos la guerra, sino la paz».[2]

El 4 de noviembre, tras la caída de los obuses en la localidad congoleña de Bunagana, los hombres de la brigada de intervención de la MONUSCO entraron en acción, en el marco de su misión de protección de civiles, lanzando morteros sobre las últimas posiciones del M23 en la frontera con Uganda.
«Nuestros blancos son […] Runyonyi y Chanzu. Existe una cierta resistencia. Continuaremos con el lanzamiento hasta que todo esté bajo control», indicó, entre la tarde y la noche, una fuente militar de la brigada de intervención.[3]

El 5 de noviembre, a primera hora de la mañana, las colinas de Runyonyi y Chanzu, últimos bastiones de los rebeldes del M23, ya estaban completamente bajo el control de las FARDC, tras una difícil operación del ejército lealista llevada a cabo durante toda la noche. Según fuentes militares, los combatientes del M23 se retiraron antes, incluso, de la llegada de las FARDC y la mayoría de ellos huyeron hacia Ruanda y otros hacia Uganda. Antes, los rebeldes quemaron dos depósitos de municiones en Chanzu y en Runyonyi, además, de multitud de vehículos militares, unos cuarenta, que habían sido robados durante la ocupación de la ciudad de Goma, en noviembre del año pasado.

En unas declaraciones, Martin Kobler, jefe de la MONUSCO, invitó al M23 a «respetar lo que se ha acordado» y a «declarar el fin de la rebelión». «La lucha debe cesar. Esto ayudaría a resolver las cuestiones políticas pendientes, instando a todos los grupos armados, incluidas las FDLR, a no aprovecharse de esta frágil situación de seguridad[4]» declaró Martin Kobler.

El 6 de noviembre, Julien Paluku, gobernador de Kivu del Norte, anunció en Goma que los militares congoleños habían encontrado escondites de armas con más de 300 toneladas de munición y armas pesadas. «Hemos descubierto también armas que nunca han estado en los depósitos de armamento de las FARDC. Armas pesadas que se lanzan a 22 km o 30 km», declaró el gobernador de Kivu del Norte. Aparte de armas de origen ruso, también se habrían encontrado armas de identificación china y árabe. Además, se han hallado dos vehículos del ejército ruandés abandonados por el M23. El gobernador indicó que el descubrimiento de estas armas contradice las alegaciones de los responsables de la rebelión que afirmaban haber sacado su armamento de los depósitos del ejército congoleño en Goma. Añadió que los números de identificación de las armas iban a permitir rastrear su proveniencia.[5]

Después de la derrota del M23 en Rumangabo, a unos cuarenta kilómetros al norte de Goma, el ejército congoleño encontró armas, prisioneros y, también, muertos. Los habitantes afirmaron que en el campamento militar de Rumangabo hay un osario. Se encuentra en un gran campo de maíz que hay detrás de la prisión. Cuando nos adentramos, a un lado, había un cuerpo boca abajo en la hierba, medio enterrado, que había sido asesinado recientemente. Pero para los lugareños y los militares que retomaron la posesión de este campamento, había mucho más en este campo: «Aquí, donde están las fosas sépticas, se han tirado cuerpos». Una versión que confirman ocho antiguos prisioneros del M23, exmiembros del ejército congoleño. Major Rukeba Mkaba declaró que «el 5 de septiembre, ejecutaron a trece personas, y el 12 de octubre, a ocho personas. Lo sabíamos porque cuando íbamos a los servicios por las mañana, a veces, te dabas cuenta de que algunos no volverían». Ellos no saben si estos veinte cuerpos han sido sepultados en el campo. Los exprisioneros son, por contra, categóricos sobre los métodos empleados por la rebelión del M23 para ejecutar personas sospechosas de ser Mai-Mai o de la FDLR. Siempre según Major Rukeba Mkapa, «No se usaban cartuchos sino tocones de árboles para golpearles en la cabeza y en la nuca y así matarlos más fácilmente y sin dejar rastro». Alegaciones graves que deben comprobarse. La Misión de las Naciones  Unidas en el Congo, al igual que el ejército han prometido una investigación y registros para ver cuántos cuerpos hay en el campo de la base militar de Rumangabo.[6]

Un habitante de Goma declara:

«¿Quién iba a saber que un día la cosa podía cambiar como es el caso actualmente? El pueblo de Kivu del Norte en general y en particular la gente de Rutshuru, Bunagana, Rumangabo, Katale, Jumba, Kibumba, etc. puede ir todavía a sus campos sin pagar nada. Hoy, los camiones pasan y circulan libremente sin impuestos de carretera y los depósitos de víveres de Goma (Birere) están en movimiento. Hay un dicho que dice: Aunque la noche sea larga, el día acaba por llegar.

La ciudad de Goma, al igual que los territorios liberados, está en calma y las autoridades politico-militares continúan sensibilizando a la población para una cohabitación pacífica, evitando vengarse, pero sobre todo pudiendo tolerarse, a pesar de todo lo que pasó. Para los ciudadanos de la ciudad de Goma y, también, de la zona del norte, es un gran alivio. Un único eslogan: necesitamos la paz, queremos vivir en paz».

b. Los motivos del éxito

Thierry Vircoulon, director del programa para África Central de International Crisis Group (ICG), descifra las implicaciones del anuncio del abandono de la lucha armada realizado por el M23.

– Afrikarabia: ¿Cuáles son los motivos de la derrota del M23?

– Thierry Vircoulon: La debacle del M23 es el resultado de muchos factores. El primero es la presión diplomática internacional y el aislamiento de Kigali, acusado de mantener la rebelión. El segundo factor es la formación de un binomio táctico eficaz entre la Brigada de Intervención de la ONU y el ejército congoleño. Finalmente, la derrota del M23 significa, también, el fracaso político de esta rebelión. El M23, que se presentó como un movimiento político-militar, ha sido rechazado profundamente por la población congoleña de Kivu del Norte.

– Afrikarabia: ¿Qué futuro pueden tener los combatientes de este movimiento?

– Thierry Vircoulon: Probablemente no habrá un acuerdo político con el M23. Podemos pensar que los simples soldados se reintegrarán al ejército congoleño, es posible. Pero para los dirigentes no será así. Lo más lógico es que el gobierno congoleño los reclame para el proceso judicial mediante la emisión de órdenes de arresto internacionales.

– Afrikarabia: ¿Las relaciones diplomáticas han evolucionado igualmente durante este conflicto?

– Thierry Vircoulon: Ha habido lo que podríamos llamar «alineación de planetas» francófonos y anglófonos sobre el caso ruandés. En definitiva, estaban, por un lado, Francia y Bélgica y, por el otro, Gran Bretaña y Estados Unidos. Sabemos que desde el genocidio de 1994, han existido «diferentes» puntos de vista en la región. Actualmente, todo el mundo se pone de acuerdo en decir que esta política de control indirecto y de la interferencia de Kigali en el Congo no puede durar más.

– Afrikarabia: Sobre el plan militar, ¿esta nueva combinación entre los cascos azules de la MONUSCO y el ejército congoleño es una novedad?

– Thierry Vircoulon: Es, en efecto, una nueva forma de mantener la paz. Este trabajo realizado en «cuasi simbiosis» entre la MONUSCO y las FARDC ha permitido cambiar la relación de fuerzas en el terreno. Ha habido un verdadero trabajo de planificación militar.  Primero, se estrechó el cerco en torno al M23, en los alrededores de Goma, a finales de julio y luego, a partir del mes de agosto. La ofensiva alcanzó el territorio rebelde hacia el norte, esto muestra una coordinación táctica estrecha entre la ONU y el ejército congoleño.

– Afrikarabia: Durante las ofensivas de estos últimos días, el comportamiento de los militares ha sido absolutamente profesional. ¿Por qué esta transformación del ejército congoleño?
– Thierry Vircoulon: Es, en principio, el fruto de la voluntad al más alto nivel del Estado de ganar militarmente. Luego, ha habido un cambio de mando. El general Gabriel Amisi, que estaba al mando de las fuerzas terrestres, fue suspendido y «alejado». La corrupción parece haber cesado y se ha abastecido, alimentado y pagado a las tropas.

– Afrikarabia: ¿Está habiendo un cambio de escenario en la región?

– Thierry Vircoulon: El plan político regional ha cambiado: la puesta en marcha del acuerdo de Adís Abeba. Este acuerdo implica la «no interferencia» de los países vecinos del Congo. Se ha fijado claramente una línea roja para Ruanda y Uganda. Por el momento, Kigali decidió abandonar el M23, pero no se sabe si esta posición va a durar.

– Afrikarabia: ¿Qué hacer para transformar esta victoria militar en victoria política e instaurar una paz duradera?

– Thierry Vircoulon: La solución política es el acuerdo de Adís Abeba de febrero de 2013: no injerencia de los países vecinos, envío de una fuerza internacional para neutralizar los grupos armados y necesidad del gobierno congoleño de hacer reformas. Estas medidas están poniéndose en marcha. El arreglo político del problema no es un acuerdo entre un grupo armado y el gobierno congoleño en Kampala, sino la puesta en marcha del acuerdo de Adís Abeba.[7]

2. EL M23 PASA LA FRONTERA

El 6 de noviembre, Martin Kobler, jefe de la MONUSCO, declaró que, tras la derrota del M23, las Naciones Unidas iban a ayudar a reforzar el control de las fronteras, para impedir las armas y que los rebeldes crucen al país vecino.[8]

El 7 de noviembre, un alto responsable militar ugandés, bajo el anonimato, anunció que el jefe militar del M23, Sultani Makenga, así como 1500 combatientes del M23, cruzaron la frontera y se encuentran en manos del ejército ugandés. Sin embargo, no precisó la localización del jefe de los rebeldes. Además, se negó a aclarar si Sultani Makenga estaba o no en libertad y si había enviado formalmente el acta de rendición a las autoridades ugandesas. Por su parte, el portavoz del ejército ugandés, Paddy Ankunda, indicó que alrededor de 1500 rebeldes del M23 habían entrado en Uganda y se habían entregado al ejército ugandés, pero no confirmó la presencia de Sultani Makenga entre ellos. Entregaron sus armas a las fuerzas ugandesas y «los acantonaron en la zona de Mgahinga, en el departamento de Kisoro», en el suroeste de Uganda, en la frontera de la República Democrática del Congo con Ruanda, añadió. El portavoz del gobierno ugandés, Ofwono Opondo, afirmó que «hasta ahora, hemos recibido a unos 1600 comandantes y combatientes del M23 que han cruzado la frontera desde hace tres semanas en grupos de diez, veinte o treinta, incluido su comandante, el general Sultani Makenga».[9]

Un experto militar ha puesto en duda la cifra de 1500 miembros del M23 proporcionada por el ejército ugandés. Según él, podrían estar incluidos en esta cifra las familias de los rebeldes o los combatientes del M23 que se encontraban ya en Uganda. Es necesario recordar que, en el punto álgido de la rebelión, el M23 contaba con 1500 hombres.

Muchas fuentes estimaron que los que resistían en la colina de Chanzu, el último bastión del M23, no eran más de 400/450 hombres. Entre 100 y 200 de ellos, dirigidos por Sultani Makenga, habrían elegido instalarse en el lado ugandés de la frontera. Otros 100 se habrían refugiado en Ruanda con su cabecilla, Innocent Kaina, alias India Queen, uno de los comandantes del M23 más temidos. Una información desmentida por Séraphine Mukantabana, ministra ruandesa encargada de los refugiados. Por su parte, Eugène Gassana, embajador de Ruanda en las Naciones Unidas, admitió que su país había recibido 51 heridos del M23 y que fueron asistidos por la Cruz Roja. La Cruz Roja de Ruanda avanzó la cifra de 95 heridos, que actualmente están siendo atendidos en el hospital de Gisenyi, una localidad al oeste del país que hace frontera con la República Democrática del Congo. Según Angelique Murungi, encargada de las operaciones de la Cruz Roja de Ruanda, 51 rebeldes llegaron el martes, 5 de noviembre y 25 el miércoles, 6 de noviembre, desde Kinigi. La semana anterior habían recibido ya a 19 heridos de guerra en el hospital.[10]

Para Julien  Paluku, gobernador de Kivu del Norte, este número es demasiado elevado teniendo en cuenta las bajas registradas por la rebelión durante los últimos combates contra los militares congoleños. «Tenemos más de 400 rendidos. Hay 700 que están en Ruanda (los de Runiga), y otros que cayeron en el campo de batalla», indicó, afirmando que el número de combatientes oscila entre los 100 y los 150. El gobernador explica que el anuncio de la llegada de más de mil rebeldes del M23 en Uganda es una «estrategia del M23 y sus aliados» para integrar en el seno de las FARDC «elementos ruandeses o ugandeses».[11]

Sultani Makenga está sancionado por la ONU que le acusan de ser responsable de violar gravemente los Derechos Humanos (por muertes, masacres, violaciones, mutilaciones, raptos, reclutamiento de menores y comercio ilegal de recursos minerales). Sultani Makenga, un tutsi de padres originarios de Masisi, nació, según la ONU, el 25 de diciembre de 1973 en el territorio de Rutshuru, en Kivu del Norte, donde creció. Emmanuel Sultani Makenga pasó la etapa esencial de su vida militar en diversas rebeliones que han atacado la región durante 20 años. En 1990, como muchos tutsi, se alistó en el Frente Patriótico Ruandés (FPR) en Uganda, la rebelión tutsi que toma el poder en Kigali al final del genocidio de 1994. Integrado enseguida en el ejército ruandés, se ganará el grado de sargento. Combatió en el seno de las fuerzas ruandesas durante las dos guerras del Congo (1996-1997 y, luego, entre 1998-2003). Durante la segunda guerra del Congo (1998-2003), al principio del conflicto, participó en el puente aéreo organizado por James Kabarebe, entonces Jefe del Estado Mayor y, actualmente, Ministro de Defensa de Ruanda, para tomar Kinshasa por el oeste y desalojar al presidente congoleño Laurent-Désiré Kabila. Después de su paso por la guerrilla del Reagrupamiento Congoleño para la Democracia (RCD-Goma), se unió a la rebelión tutsi del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) de Laurent Nkunda, del que fue rápidamente sucesor. En 2009, está entre los jefes rebeldes signatarios del acuerdo de paz que preveía la integración del CNDP en el ejército congoleño. En abril de 2012, participó en la creación del M23, junto a Bosco Ntaganda.[12]

El 8 de noviembre, el gobierno ugandés anunció que los combatientes del M23 refugiados en Uganda no se remitirían a las autoridades de Kinshasa hasta que haya un acuerdo de paz en el que se estipule las soluciones sobre su reintegración y reinserción. «No son prisioneros. Son soldados que huyen de la guerra, así que nosotros les recibimos y les ayudamos, como hemos hecho con anterioridad ese año con los soldados del ejército de la República Democrática del Congo», declaró el coronel Paddy Ankunda, portavoz del Ministerio de Defensa y del Ejército de Uganda, añadiendo que «los que se nieguen, después de un acuerdo de paz, a regresar a la República Democrática del Congo, serán remitidos al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), donde se decidirá si pueden obtener el estatus de refugiados».[13]

3. Las negociaciones entre el gobierno y el m23 en kampala

a. ¿Hacia la firma de un acuerdo?

El 4 de noviembre, los enviados especiales de las Naciones Unidas (Mary Robinson y Martin Kobler), de la Unión Europea (Koen Vervaeke), de la Unión  Africana (Boubacar Diarra) y de los Estados Unidos (Russel Feingold) en los Grandes Lagos, por su parte, han «exhortado al M23 a renunciar a su rebelión tal y como se ha acordado». Igualmente, pidieron al gobierno de la República Democrática del Congo que «se abstuviese de toda acción militar por ahora». En un comunicado, los enviados especiales exhortan al movimiento rebelde y al gobierno congoleño a que continúen con su compromiso para llevar a buen término el proceso político mediante un acuerdo final y de principio que garantice el desarme y la desmovilización del M23 y la obligación de rendir cuentas por los abusos cometidos contra los derechos humanos. Los enviados especiales exhortan, por otro lado, a todos los signatarios del acuerdo marco de Adís Abeba para la paz, la seguridad y la cooperación para renovar su compromiso para su puesta en marcha, especialmente consiguiendo que un diálogo político entre los países claves de la región.[14]

El 4 de noviembre, Lambert Mende Omalanga, portavoz del gobierno, afirmó, en un comunicado publicado desde Kinshasa, que «el M23 debe hacer un anuncio claro, rotundo y sin ambigüedades sobre el fin de la rebelión armada que hubo en Kivu del Norte durante casi veinte meses. No se espera una cesación del fuego, sino el fin de toda actividad militar del M23». Por su parte, los delegados del gobierno reiteraron en Kampala su petición a los responsables del M23 de ordenar a sus tropas rendirse, dejar las armas sin condición, cesar cualquier actividad militar y, por lo tanto, a poner fin a su movimiento. La facilitación ugandesa prepara un último comunicado que, en principio, se firmará por las dos partes. El gobierno de Kinshasa permaneció cerrado e intransigente sobre numerosos puntos, especialmente, sobre la integración militar y la amnistía que deben ser estudiadas caso por caso. Según el espíritu del acuerdo que quiere el gobierno, la amnistía será condicional y «cada miembro del M23 deberá hacer una declaración para comprometerse a no volver a tomar las armas». La integración también se realizará caso por caso. El gobierno desea que el acantonamiento de las tropas del M23 se haga en dos etapas. Primero en Kivu del Norte y, luego, vendrá el despliegue de estos militares del M23 por el resto del país para su integración en el seno de las FARDC.[15]

El 4 de noviembre, la rebelión del M23 anunció, en un comunicado, que está dispuesta a firmar el acuerdo de paz con el gobierno congoleño propuesto por mediación ugandesa el domingo, 3 de noviembre, en Kampala. El movimiento rebelde precisó que está dispuesto a firmar este acuerdo sin condición y en cualquier momento, «dado que este acuerdo es la expresión de la voluntad de todas las partes del diálogo».[16]

El 5 de noviembre, desde Pretoria (Sudáfrica), los participantes de la cumbre de la Comunidad del Desarrollo de África Austral (SADC) y de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (CIRGL), han hecho un llamamiento a los rebeldes del M23 para que renuncien a la rebelión, con el fin de permitir la firma rápida de un acuerdo de paz. En un comunicado difundido por el gobierno sudafricano sobre la posibilidad de una cumbre regional, los dirigentes de 18 países africanos, entre los que se encontraban numerosos jefes de estado, afirmaron que «la cumbre conjunta ha señalado que las once cuestiones en discusión en el marco del diálogo de Kampala han sido objeto de un acuerdo y que las partes están dispuestas a firmar un acuerdo, con la condición de que el M23 anuncie públicamente que renuncia a la rebelión… Tras esto, el gobierno [congoleño] debería hacer una declaración pública aceptando el anuncio. Cinco días después, debería llegar la firma formal de un acuerdo». El presidente congoleño Joseph Kabila estaba presente en esta cumbre, así como su homólogo ugandés, Yoweri Museveni. Ruanda, acusada de apoyar a los rebeldes, estaba representada por Louise Mushikiwabo, ministra de Asuntos Exteriores.[17]

El 5 de noviembre, tras la retirada de armas de sus últimas posiciones que ocupaba, el M23 anunció, en un comunicado, el fin de su rebelión. La dirección del M23 «anuncia […] que han decidido, a partir de esta fecha, poner fin a su rebelión y proseguir, mediante medios puramente políticos, con la búsqueda de soluciones a las profundas causas que precedieron su creación», indica el comunicado firmado por Bertrand Bisimwa, jefe político del movimiento. «Para ello, se ruega a todos los jefes militares de la rebelión que preparen a los hombres de las tropas para el proceso de desarme, desmovilización y reinserción social según las modalidades que se acuerden con el gobierno» de la República Democrática del Congo, añadía este breve comunicado. El gobierno congoleño hizo de este anuncio público una condición sin la cual no se llegaría a la firma de un acuerdo político capaz de poner fin definitivamente al conflicto con el M23.[18]

El 5 de noviembre, Lambert Mende Omalanga, ministro portavoz del gobierno congoleño, declaró que no se firmará ningún acuerdo entre el gobierno congoleño y la rebelión del M23 en Kampala (Uganda) sino más bien una declaración para concluir las negociaciones. Para el ministro, el movimiento rebelde se ha autodisuelto declarando poner fin a su lucha armada y no constituye ya un interlocutor válido para la firma de cualquier acuerdo con el gobierno. Ha anunciado que «ha habido una cierta armonización de puntos de vista en Kampala en forma de 11 cláusulas de lo que será la Declaración de Kampala. Preferimos esta terminología a la de acuerdo, dado que no se puede firmar un acuerdo con algo que ha dejado de existir, ya que se ha autodisuelto. Esta declaración deberá concluir las negociaciones de Kampala entre el gobierno y el, a partir de ahora, exmovimiento armado M23».[19]

El 6 de noviembre, Martin Kobler, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo, reconoció la decisión del M23 y afirmó que «es el fin de una etapa histórica. Lo más importante ahora es restaurar la autoridad del Estado en todos los territorios liberados», insistiendo en la presencia de la policía, del ejército y de los elementos judiciales, así como de los servicios de base (sanidad, educación, transportes, etc.). Recordó la solución política para finalizar los acuerdos de Kampala, pero ratificó que no habrá amnistía para aquellos que han cometido crímenes de guerra y contra la humanidad, el reclutamiento de menores en el ejército, violaciones y otros actos en contra de los Derechos Humanos. No ha perdido la ocasión de aclamar el éxito militar registrado sobre el terreno sobre las FARDC en Kivu del Norte. También, invitó a todos los grupos rebeldes a abandonar las armas, antes de ser rastreados por las FARDC.[20]

Roger Lumbala, jefe adjunto de la delegación del M23 en Kampala, anunció la transformación de su movimiento rebelde en partido político. Pero, todavía, no es más que una declaración que debe materializarse primero en actos y, luego, en una Orden de consentimiento del Ministerio del Interior. Será entonces cuando el M23 se convertirá, efectivamente, en un partido político. Una cosa es declarar el cambio de una rebelión culpable del asesinato y ejecución de decenas de personas, de la violación sistemática de mujeres y niñas y de su uso como esclavas sexuales, del reclutamiento de niños a la fuerza para su milicia y de la malversación de las riquezas naturales, y otra cosa es asumir esta voluntad. Tras el Acuerdo de Paz de Goma en Marzo de 2009, el CNDP también se convertía en partido político. Además, consiguió algunos diputados nacionales en la actual legislatura, después de las elecciones legislativas. Lo que no ha impedido a su ala militar integrada en el ejército nacional y dirigida por el general Bosco Tanganda iniciar un nuevo motín que se transformó rápidamente en la rebelión denominada el M23. El CNDP es un partido político de la mayoría presidencial. Todo esto muestra que es difícil cambiar el uniforme guerrillero por el traje de corbata de político y mostrarse ante la población.

Roger Lumbala Tshitenga es exactamente el prototipo de rebelde incorregible, no puede cambiar. Fue antiguo miembro de la RCD-Goma, una creación de Ruanda, antes de irse al RCD/N instalado en su imperio de Isiro bajo la cúpula de Uganda con el rango de «general del ejército».
Después del Diálogo intercongoleño, el RCD-N, su movimiento político-militar se transformó en partido político. Lumbala Tshitenga, su presidente nacional, fue elegido dos veces para la diputación nacional. No obstante, esto no le impidió unirse al M23, otra creación de Ruanda, aunque, como diputado, disponía de una tribuna oficial que le permitía hablar en nombre del pueblo.[21]

El 8 de noviembre, el gobierno ugandés, mediador en la crisis que opone a las autoridades de la República Democrática del Congo y a la rebelión del M23, anunció que los dos partidos firmarían un acuerdo de paz el lunes, 11 noviembre.[22]

Los diez meses de negociaciones habrían permitido llegar a un acuerdo sobre los 11 artículos. Para comenzar con este compromiso, el gobierno congoleño adoptó muy rápido una ley de amnistía general por hechos de guerra y crímenes insurreccionales. Sin embargo, la amnistía de cualquier persona acusada de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad o crímenes sexuales sería excluida. Concretamente, esto significa que aproximadamente 80 miembros de la rebelión, entre ellos sus principales comandantes, quedarían excluidos de la amnistía y podrían ser perseguidos.

Por otro lado, el M23 se comprometería a renunciar definitivamente a la lucha armada, a cambio, se le autorizaría convertirse en un partido político. Según la presidencia ugandesa, el acuerdo prevería un examen caso por caso para la posibilidad, para los exrebeldes que lo deseen, de reintegrarse en el ejército congoleño. «El acuerdo detallará cómo se tratará cada caso. Hay combatientes con sanciones americanas o de la ONU que quieren reintegrarse en el ejército y que quieren volver a sus casas», explicó Ofwono Opondo, portavoz de la presidencia ugandesa.

Kinshasa exigiría que los que quieran reintegrarse en el ejército acepten comprometerse, por escrito, a no volver a tomar las armas contra el gobierno. Y también, es una novedad: Kinshasa quiere reservarse el derecho de asignar a estar personas donde ella desee en su territorio y no exclusivamente en el este, como ha sido siempre el caso anteriormente.

Es posible que haya sorpresas y negociaciones de última hora, especialmente sobre la calificación misma de este acuerdo, declaración o acuerdo de paz.

En el Congo, la opinión sobre la firma de un acuerdo de paz es ampliamente desfavorable aunque el país haya ganado la guerra. Una pequeña parte de la oposición, las Fuerzas Adquiridas para el Cambio (FAC), declaró, en un comunicado, que la firma de un acuerdo equivaldría a una traición al pueblo congoleño. Hay una presión internacional muy fuerte para que se firme un acuerdo tras meses de negociaciones.[23]

b. No forzosamente: para un cambio de situación, diferentes soluciones

El 11 de noviembre, el gobierno ugandés, mediador en las negociaciones, anunció que la delegación de la República Democrática del Congo había «renunciado a firmar un acuerdo con el M23» y que las negociaciones quedaban aplazadas sine die. La delegación de Kinshasa ha «pedido tardíamente un cambio de los términos del acuerdo, por lo que hemos aplazado, en consecuencia, la firma de este acuerdo», explicó el portavoz del gobierno ugandés, Ofwono Opondo.

Kinshasa, fuerte por su victoria militar frente al M23, se ha negado, hasta el extremo, a la mención específica de la palabra «acuerdo» entre la República Democrática del Congo y el M23 en el texto. Según el ministro ugandés de Defensa, Crispus Kiyonga, la mediación había previsto hacer firmar un acuerdo a las dos partes ya sellado a principios de noviembre, justo antes del anuncio del M23 de la entrega de las armas, pero reconoció que «la situación sobre el terreno ha cambiado». Actualmente, no se trata de firmar un acuerdo entre las dos partes sino entre «un vencedor, el Congo, y un vencido, la exrebelión del M23» y se plantea un «problema de lenguaje». «Es importante que […] el texto que saldrá puede reflejar que es un asunto entre un gobierno legítimo de un país soberano, por un lado, y una fuerza negativa, una rebelión que ha dejado de existir, por otro lado. No hay ningún acuerdo que firmar con algo que no existe ya», explicó que el ministro congoleño de Asuntos Exteriores, Raymond Tshibanda. Además, añadió que hay que buscar un acuerdo que «pueda ayudar a consolidar la paz», y precisa que «Tardaremos lo que sea necesario para llegar a un acuerdo, si tiene lugar ese acuerdo». El M23 reprochó a Kinshasa haber dado marcha atrás al acuerdo que concluyó el 4 de noviembre aunque él mismo había hecho su parte con su «declaración del fin de la rebelión».[24]

Kinshasa consideró que el documento presentado por la facilitación ugandesa en forma de acuerdo, para firmar junto al M23, ponía en peligro los intereses de su país y no se podían acordar más concesiones a una pseudo rebelión que ya estaba disuelta. En el hotel Sheraton de Kampala, el facilitador ugandés, Crispus Kiyonga, intentó, en vano, convencer a Tshibanda de firmar el acuerdo. Lo llevó incluso ante Museveni en Entebbe y, allí, el jefe de la diplomacia congoleña volvió a rechazar que un gobierno legítimo se ponga al mismo nivel que una antigua rebelión. Las autoridades congoleñas recordaron que nunca se le arrebatará la victoria militar al pueblo congoleño.

François Mwamba, coordinador del mecanismo nacional de supervisión del acuerdo marco de Adís Abeba y miembro de la delegación gubernamental, afirmó que «se previno a la facilitación ugandesa de que no era cuestión de acordar nuevas concesiones al M23. Ellos deben firmar una declaración final donde se comprometen oficialmente a no ejercer actividades militares. Un punto, es todo. La integración en bloque y la amnistía general no existen, se equivocan».

En el palacio presidencial de Entebbe, donde el presidente ugandés, Yoweri Museveni, había planteado la decoración para albergar la ceremonia de clausura, era la decepción. Los delegados de Kinshasa también se negaron a entrar en la sala donde se encontraban los responsables políticos del M23 y los socios internacionales.[25]

Para el gobierno, no es cuestión de firmar un acuerdo con un movimiento rebelde que ha sido derrotado militarmente y que todavía no se ha constituido como un partido político según las leyes de la República. Mientras, El M23 no puede negociar y comprometer a sus miembros. No es, pues, cuestión de firmar un acuerdo entre partes, sino una simple declaración que constate su rendición.[26]

El 12 de noviembre, la mediación ugandesa afirmó que las conversaciones entre el gobierno congoleño y el M23 en Kampala van a proseguir. «Las dos partes están siempre en Uganda», anunció el portavoz del gobierno ugandés, Ofwono Opondo, «ya que las negociaciones no se han interrumpido oficialmente». Según el portavoz, el ministro ugandés de Defensa, Crispus Kiyonga, a proseguido con sus esfuerzos de mediación entre las dos partes.[27]

En una declaración conjunta, los enviados especiales de las Naciones Unidas y sus homólogos expresaron su decepción con el anuncio de que las negociaciones de paz entre el grupo rebelde M23 y el gobierno de la República Democrática del Congo no habían podido concluirse. «Los enviados advierten que las partes no han expresado ninguna divergencia sobre las cuestiones fundamentales que figuran en el proyecto del documento. No obstante, no se ha llegado a un acuerdo sobre el formato (el susodicho documento). A pesar del cambio de situación sobre el plan militar, es importante llegar a una conclusión política del diálogo», indica el comunicado, según el cual «los enviados exhortan a las partes a resolver sus discrepancias sobre el formato del documento y a llegar a un acuerdo en favor de un reglamento pacífico del conflicto. Los enviados señalan, además, que cualquier solución debe permitir establecer las responsabilidades de los autores de crímenes de guerra, crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad, abarcando los que implican violencia sexual y reclutamiento de menores como soldados, así como cualquier otra violación flagrante de los Derechos Humanos».

La declaración conjunta fue publicada por la tarde por la enviada especial del secretario general en la región de Los Grandes Lagos, Mary Robinson; su representante especial para la República Democrática del Congo, Martin Kobler; el enviado especial de los Estados Unidos, Russ Feingold; el enviado especial de la Unión Africana, Boubacar Diarra; y el Coordinador Principal de la Unión Europea en la región de Los Grandes Lagos, Koen Vervaeke.[28]



[1] Cf Radio Okapi, 04.11.’13; AFP – Ntamugenga, 04.11.’13

[2] Cf RFI, 05.11.’13

[3] Cf AFP – Ntamugenga , 04/11/2013 (via mediacongo.net)

[4] Cf Radio Okapi, 05.11.’13 ; AFP – Kinshasa, 05.11.’13 (via mediacongo.net)

[5] Cf Radio Okapi, 06 et 09.11.’13

[6] Cf RFI, 04.11.’13

[7] Cf Christophe Rigaud – Afrikarabia, 06.11.’13

[8] Cf AFP – New York, 06.11.’13

[9] Cf AFP – Kampala, 07.11.’13; Radio Okapi, 07.11.’13; RFI, 07 et 08.11.’13

[10] Cf AFP – Kampala, 07.11.’13; Radio Okapi, 07.11.’13; RFI, 07 et 08.11.’13

[11] Cf Radio Okapi, 08.11.’13

[12] Cf AFP – Kampala, 07.11.’13; AFP – Goma, 8/11/2013 (via mediacongo.net)

[13] Cf AFP – Kampala, 08.11.’13

[14] Cf Radio Okapi, 04.11.’13; AFP – Ntamugenga, 04.11.’13

[15] Cf 7 sur 7.cd – Kampala, 04.11.’13; RTBF, 04.11.’13

[16] Cf Radio Okapi, 04.11.’13

[17] Cf AFP – Pretoria, 05.11.’13

[18] Cf AFP – Kinshasa, 05.11.’13

[19] Cf Radio Okapi, 06.11.’13 ; Le Potentiel – Kinshasa, 06.11.’13

[20] Cf Mathy Musau – Foro de los As – Kinshasa, 07.11.’13

[21] Cf Kandolo M. – Foro de los As – Kinshasa, 07.11.’13

[22] Cf AFP – France 24, 08.11.’13; AFP – Radio Okapi, 08.11.’13

[23] Cf RFI, 11.11.’13

[24] Cf Emmanuel Leroux – AFP – Entebbe, 12.11.’13

[25] Cf 7 sur 7.cd – Kampala, 12.11.’13

[26] Cf L’Avenir – Kinshasa, 12.11.’13

[27] Cf AFP – Kampala, 12.11.’13

[28] Cf Xinua – Nueva York (Naciones Unidas), 12.11.’13

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Traducción española dentro del proyecto PerMondo para la traducción gratuita de páginas web y documentos para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Agit. Traductora: Lidia Fernández Bayo

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