Congo Actualidad n. 169

ÍNDICE

EDITORIAL: El precio de un diálogo

1.  LA PARTICIPACIÓN DEL EJÉRCITO DE RUANDA EN LA CAÍDA DE GOMA

2.  LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

3.  EL «FALSO REPLIEGUE» DEL M23 DE GOMA

a.  Crónica de una farsa

b.  Más allá de la farsa

4.  HACIA UN DIÁLOGO ENTRE EL GOBIERNO Y EL M23 EN KAMPALA

a.  A favor y en contra de las discusiones en Kampala

b.  El contexto de un diálogo que se presume complicado

5.  LA SUSPENSIÓN DEL GENERAL GABRIEL AMISI

6.  LA ONU, IMPOTENTE ANTE EL AVANCE DEL M23

 

EDITORIAL: EL PRECIO DE UN DIÁLOGO

 

El contexto de…

Para solucionar la crisis causada por el Movimiento del 23 de Marzo (M23) en la provincia de Kivu del Norte (República Democrática del Congo—R. D. Congo), se necesita una fuerte unidad nacional y la colaboración de todas las grandes fuerzas políticas y sociales del país. Desgraciadamente, existe una evidente división entre la mayoría presidencial y la oposición, sobre todo tras las elecciones fraudulentas que se llevaron a cabo a finales de noviembre de 2011 y que otorgaron de nuevo el poder al actual presidente, Joseph Kabila. Tras estas elecciones, y en vistas de restablecer la unidad nacional, muchas personas salieron a la calle para exigir un diálogo entre la mayoría política y la oposición, así como un gobierno unificado en el que la oposición también participe. La mayoría presidencial cometió un error imperdonable al no apoyar un proceso de votación transparente y al querer continuar gobernando sin el apoyo de la oposición. Y ahora que el partido electo necesita la colaboración de la oposición para hacer frente al M23, la oposición se niega a prestar su ayuda, cayendo así en el mismo error que su adversario.

 

…un diálogo…

Tras tomar la ciudad de Goma, capital de Kivu del Norte, el M23 se retiró oficialmente debido a la presión internacional y en vistas de reunirse con el gobierno congolés en Kampala, Uganda. Antes que nada, debemos abordar ciertas cuestiones preliminares, concretamente acerca de los participantes y el orden del día de dicha reunión. El conflicto que actualmente sigue activo en el este del país afecta a la totalidad del pueblo congolés, por lo que es necesario evitar la bipolaridad entre el gobierno y el 23M para que no surjan compromisos ambiguos o acuerdos con un carácter «secreto». Mucha gente opina que en esta reunión deberían participar, con el mismo derecho a voz, todos los representantes de las diferentes partes: el gobierno, el Parlamento (tanto el partido electo como la oposición), la sociedad civil y el M23. De esta forma, todos podrían expresarse libremente, incluso cuando llegase el momento de tomar decisiones. Esta metodología aseguraría la participación de todos los parlamentarios y miembros de la sociedad civil, que de otro modo serían tratados como meros oyentes o testigos.

Respecto al orden del día, debería limitarse a una evaluación («redinamización») de los Acuerdos del 23 de marzo de 2009, tal y como anunció el M23 al comienzo de sus ataques. Las reclamaciones posteriores del M23 sobre la vida política del país, la defensa de los derechos humanos y otras cuestiones sociales, formuladas tras sus éxitos militares, se deberían tratar, como consta en los propios acuerdos, en el seno de un debate político de las instituciones del Estado y, por supuesto,  no como consecuencia del acceso ilegal a las armas. Las conclusiones y propuestas de la reunión de Kampala se tendrán que debatir en el Parlamento y finalmente tendrán que ser transmitidas al gobierno para que proceda a la organización inmediata de un diálogo inclusivo a nivel nacional en Kinshasa para, entre otras cosas, resolver definitivamente el conflicto del este (la restauración de la autoridad del Estado, la lucha contra la interferencia entre Ruanda y Uganda), la crisis política (la crisis de legitimidad, la reestructuración de la comisión electoral), la reforma de los servicios de seguridad (ejército, policía y servicios de información), la reforma de la justicia (lucha contra la impunidad), la defensa de los derechos humanos (el caso Chebeya, etc.), el control de la actividad minera y la cuestión social y económica.

 

…que requiere un precio.

A través de este diálogo se podrían aportar soluciones a los errores, los intereses particulares y las complicidades ocultas. Es muy probable que también acarré renuncias, dimisiones y revocaciones, así como procesos judiciales. Sin embargo, las personas que se encuentran en el centro de la tragedia congolesa, ya sean nativos o extranjeros, estarán dispuestos a pagar este precio.

 

 

1. LA PARTICIPACIÓN DEL EJÉRCITO DE RUANDA EN LA CAÍDA DE GOMA

Según un reciente documento del grupo de expertos de la ONU, más de mil soldados ruandeses colaboraron en la toma de Goma del M23. Según este texto, escrito el 26 de noviembre y publicado en el New York Times, varios grupos de las Fuerzas de Defensa de Ruanda (FDR) entraron en territorio congolés y participaron en la ofensiva hacia Goma. Las fuerzas gubernamentales ruandesas también habrían intervenido en los ataques del aeropuerto de la capital de la provincia de Kivu del Norte. De acuerdo al escrito, desde finales de octubre se desplegó un batallón completo de las FDR, es decir, entre 800 y 1000 soldados, en los puntos ofensivos rebeldes de Bukima y Tshengero. De esta forma, siete grupos de las FDR habrían apoyado a los rebeldes durante la segunda ofensiva a Kibumba, el 17 de noviembre.

Las fotos publicadas en el anexo muestran cómo el M23 recibió uniformes de camuflaje con colores similares a los de las FDR con el fin de que los soldados ruandeses pasaran desapercibidos, principalmente durante la toma de Goma. El artículo afirma también que se produjeron disparos de los ruandeses hacia las posiciones de las Fuerzas Armadas de la R. D. Congo (FARDC) para apoyar el avance del M23. Según los expertos, el general Bosco Ntaganda, buscado por la CPI por crímenes de guerra, habría sido el encargado de dirigir las tropas del M23 establecidas en Kibumba. Sin embargo, la comandancia del ataque a Goma sería ante todo un asunto ruandés. El general ruandés Emmanuel Ruvusha, ya mencionado en un informe anterior, supervisó la ejecución de un ataque planificado por James Kabarebe, el ministro de Defensa ruandés, y por el jefe de Estado Mayor, Charles Kayonga. De esta forma, los expertos opinan que la información obtenida durante estas últimas semanas viene a confirmar su tesis, la cual dice que «el gobierno ruandés, junto a Uganda, fue el encargado de crear el M23, así como de equipar, entrenar, aconsejar, reforzar y comandar a las tropas del M23».[1]

 

 

Un artículo titulado Kinshasa: How Rwandan Defense Forces conquered Goma and M23 claimed victory, publicado en el periódico americano Afro America Network el domingo 25 de noviembre de 2012, muestra cómo las Fuerzas de Defensa de Ruanda conquistaron Goma y permitieron que el M23 se atribuyese el logro. Según el texto, el martes 20 de noviembre de 2012 las Fuerzas de Defensa de Ruanda sitiaron Goma valiéndose de dos frentes: mientras que el primer grupo de las FDR se rendía en el aeropuerto de Goma y en los estudios de la RTNC (Radio Televisión Nacional del Congo), el segundo grupo atacaba el centro de la ciudad de Goma. Las FARDC, que se preparaban para responder a una ofensiva del M23 en el norte de la ciudad, se sorprendieron al recibir ataques provenientes del lago Kivu y el sudeste, por lo que tuvieron que retirarse a Sake, dejando atrás armas y munición. De esta manera, las Fuerzas de Defensa de Ruanda tomaron Goma y los rebeldes del M23 aprovecharon la ocasión para acceder a la ciudad. Para justificar la presencia de miles de soldados ruandeses en Goma, los oficiales del M23 declararon que 2000 soldados de las FARDC se habían rendido de forma voluntaria, pero no entregaron más que 100 AK-47. El M23 no es más que una sección de las FDR: reciben todo el apoyo técnico, las armas, la munición y los dispositivos de comunicación de la armada y el gobierno ruandés, y siguen las órdenes del ministro de Defensa ruandés, el general James Kabarebe. El comandante de las operaciones militares destinadas a invadir la RDC es el general Emmanuel Ruvusha. Se estima que el número de soldados ruandeses muertos en Kanombe, Kigali, Gisenyi y los campos militares de Mukarima (todas ellas localidades ruandesas) fue de alrededor de 100 teniendo en cuenta exclusivamente la invasión de Goma.[2]

 

Según la BBC, el apoyo de Ruanda a la M23 podría ir más allá de lo que creemos. Dos  excombatientes rebeldes declararon a la BBC que habían recibido dinero de parte de Ruanda para crear un nuevo frente en el sur. Estos antiguos rebeldes, originarios de la minoría étnica Tutsi, afirmaron que en julio se unieron al grupo rebelde «Movimiento Congolés por el Cambio» pensando que se trataba de un movimiento local que luchaba por conseguir una vida mejor para los ciudadanos del este. «Días después, el presidente de nuestro movimiento vino con una delegación del gobierno de Ruanda. Nos dijeron que los objetivos del grupo habían cambiado y que ahora debíamos seguir las instrucciones del gobierno de Ruanda», declara el capitán Okra Rudahirwa a la BBC. Además, afirma que él y sus hombres recibían una cuota mensual (que llegaba a veces hasta los 20000 dólares) con la que compraban alimentos, uniformes y medicinas. Su comandante, el coronel Besftriend Ndozi, declaró a la BBC que además tenían contacto con un alto cargo del M23, un tal coronel Manzi, que los invitó a unir fuerzas. «El coronel Manzi nos dijo que el ejército de Ruanda le había concedido la autoridad de mantenernos y comandarnos», afirma el coronel Ndozi. Estos dos hombres dicen que abandonaron la rebelión tras ser conscientes del alto grado de participación de Ruanda.[3]

 

 

2. LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

 

El 28 de noviembre, Hillary Clinton, la secretaria de Estado de los Estados Unidos, pidió a todos los dirigentes y gobiernos de la región que «cesaran e impidiesen todo apoyo al M23 desde sus territorios», además de apoyar la cooperación activa de los estados para acabar con el conflicto. Clinton exigió al M23 que «pusiese fin a sus ataques, se retirase de Goma y volviese a las posiciones que ocupaban en julio», remarcando que 285000 personas se habían visto obligadas a huir antes de su avance.[4]

 

 

El mismo día, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas adoptó una resolución mediante la que prolongaba hasta 2014 la prohibición de vender y entregar armas a grupos armados activos en la República Democrática del Congo, principalmente al Movimiento del 23 de marzo (M23), a las Fuerzas Democráticas por la Liberación de Ruanda (FRLR) y a los Maï-Maï. Esta resolución fue propuesta por Francia y exige al M23 y a otros grupos armados, incluidos las FDLR, el Ejército de Resistencia del Señor (LRA), las milicias Maï-Maï, las Fuerzas Nacionales de Liberación (FNL) y la Alianza de Fuerzas Democráticas (FDA) el cese inmediato de toda forma de violencia y de cualquier actividad desestabilizadora. Además, están obligados a liberar de inmediato a todos los niños soldado de sus rangos. También prohíbe el apoyo a estos grupos y establece la prórroga de las sanciones financieras y las restricciones de desplazamiento de los responsables políticos y militares de los grupos armados de la RDC.[5]

 

El 30 de noviembre, Reino Unido, aliado tradicional de Kigali y uno de los principales contribuyentes de ayuda económica para Ruanda, anunció que no realizaría el pago de 21 millones de libras (cerca de 26 millones de euros) previsto para el mes de diciembre. Justine Greening, lasecretaria británicade DesarrolloInternacional, afirma que el motivo de esta decisión fueron “las inquietudes que despertaron ciertos informes que mostraban, de manera totalmente convincente, un acuerdo entre Ruanda y la rebelión del M23 en la RDC. […] Dichas pruebas constituyen una ruptura de los principios de cooperación […] y, en consecuencia, he decidido no ingresar la siguiente ayuda económica a Ruanda». Al mismo tiempo que se emitió este comunicado, Londres decidió abonar una ayuda suplementaria de 18 millones de libras (22 millones de euros) «destinadas a las necesidades humanitarias inmediatas en la R. D. Congo». Kigali declaró que este cese de los pagos «perjudicaba a Ruanda y no beneficiaba en nada a la RDC», y rechazó una vez más «las falsas alegaciones políticamente motivadas» en su contra.[6]

 

 

3. EL «FALSO REPLIEGUE» DEL M23 DE GOMA

 

a. Crónica de una farsa

El 28 de noviembre, el portavoz militar del M23, Vianney Kazarama, afirmó que el repliegue de las tropas del M23 de Goma comenzaría el día siguiente, añadiendo que el equipamiento militar y médico ya se estaba enviando a las antiguas bases del movimiento, en Rutshuru, desde el día anterior. Precisó además que el movimiento establecería su Estado Mayor General en Kibumba, 30 km al norte de Goma. Los habitantes declararon haber «visto un gran número de camiones» civiles de la administración local, requisados por los rebeldes, «salir de Goma con víveres, medicamentos y munición». Estos vehículos «se dirigían hacia Rutshuru y Rumangabo», donde los rebeldes tienen bases. No obstante, no se había observado ninguna retirada masiva de tropas hasta el momento. La Cruz Roja congolesa afirmó haber recogido 62 cadáveres de civiles y militares en las calles desde el día de la toma de Goma por el M23.[7]

 

El mismo día, el gobierno congolés acusó al M23 de llevar a cabo saqueos y actos de vandalismo desde su entrada en la ciudad de Goma el 20 de noviembre. Durante una rueda de prensa realizada en Kinshasa, su portavoz, Lambert Mende, habló de una «razia sistemática» y afirmó que todos los bienes públicos y privados robados fueron trasladados a un país vecino que no mencionó, indicando no obstante que su frontera se encontraba muy cerca de Goma. «Los rebeldes del M23 han saqueado residencias, edificios públicos, almacenes y vehículos oficiales y privados, y han transportado los bienes conseguidos a un destino desconocido fuera del territorio congolés», declaró Lambert Mende. Según él, se vieron varios camiones de la Oficina de Carreteras y la Oficina de Mantenimiento de Carreteras y Drenaje (OVD) dirigiéndose hacia el país vecino de Ruanda. «Los rebeldes entraron en la oficina del Ministerio de Economía y se llevaron 300 matrículas de vehículos. También saquearon el edificio de la Asamblea Provincial y se llevaron las reservas de minerales a Ruanda», añadió Lambert Mende.[8]

 

El 29 de noviembre, los rebeldes del M23 saquearon varias habitaciones y edificios de Goma por la mañana. Al caer la noche, fueron puerta por puerta, llevándose bienes, vehículos, dinero y teléfonos móviles. Se cree que este botín fue trasladado a Kibumba, futuro cuartel general del M23, a unos 30 km de Goma. Tal acto de pillaje sembró el pánico en la ciudad. En un comunicado de prensa, la ONG Congo Peace Network exigió a los rebeldes del M23 que devolviesen todos los bienes robados antes de llevar a cabo cualquier negociación con el gobierno. Por su parte, el Comité de Observadores de los Derechos Humanos denunció en un comunicado una «guerra de agresión en un contexto de crímenes bélicos y traiciones».[9]

 

El mismo día, el portavoz del M23, el Coronel Vianney Kazarama, que había anunciado que la retirada de la ciudad de Goma se llevaría a cabo el 29 de noviembre, declaró que, debido a problemas de carácter logístico y «cuestiones de organización», la retirada se realizaría un día más tarde, el 30 de noviembre.[10]

 

Durante la mañana del 30 de noviembre llegaron a Goma cerca de 270 policías para controlar el repliegue, todavía poco visible, de los rebeldes del M23. Vinieron de Bukavu (Kivu del Sur), lugar al que huyeron tras la toma de Goma. Estaba previsto el envío de 450 unidades más; por su parte, la armada regular, las FARDC, se preparaba para desplegar un batallón en la ciudad y otro en el aeropuerto, que actualmente controla la MONUSCO. Se esperaba que al aeropuerto de Goma llegase también, entonces sin fecha prevista, una unidad internacional de la UA con un centenar de soldados, además de otros 100 militares del M23.[11]

 

Ese día comenzó el repliegue de las tropas del M23 a Sake, 27 km al oeste de Goma (Kivu del Norte). Un gran número de rebeldes del M23 (cerca de 500 hombres) provenientes de las colinas de los alrededores ya se encontraban allí, lo que suponía la primera etapa de la retirada hacia las posiciones iniciales del M23 en el norte. Un oficial del M23 declaró que la retirada de todos los rebeldes a Kibumba, futuro cuartel general de la rebelión y situado a 30 km de Goma, se efectuaría en un periodo de tres o cuatro días.[12]

 

Al mediodía, el jefe militar del M23, Sultani Makenga, acusó a la Misión de las Naciones Unidas en la RDC de bloquear su retirada de la ciudad de Goma, impidiéndoles recuperar la logística del aeropuerto. Añadió además que si el contencioso con la MONUSCO no se solucionaba, la retirada podría ser retrasada de nuevo. Por su parte, la MONUSCO calificó estas acusaciones como un «pretexto» para no abandonar la ciudad. «El M23 trató de entrar en el aeropuerto esta mañana y la MONUSCO se opuso rotundamente», respondió el portavoz de la MONUSCO, Manodje Mounoubai, precisando que la logística del aeropuerto pertenece a las FARDC. «El aeropuerto estaba bajo el control de las fuerzas de la MONUSCO, por lo que el M23 no ha podido almacenar allí su material. Todo el material militar que se encuentra en el aeropuerto pertenece a las FARDC». «El aeropuerto siempre ha estado bajo nuestro control y seguirá estándolo hasta que comience a gestionarlo próximamente el tripartito armada-MONUSCO-M23, tal y como decidieron los estados vecinos de la región de los Grandes Lagos», afirmó Madnodje Mounoubai.[13]

 

El 1 de diciembre, las tropas del M23 abandonaron sus posiciones en Goma. El M23 devolvió oficialmente los diferentes puntos estratégicos que controlaba a los responsables del Mecanismo de Verificación Conjunto de la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (CIRGL) y a la MONUSCO.  Se trataba principalmente de la barrera grande y la pequeña de la frontera que separa el Congo y Ruanda, de la sede del Banco Central, de la comisaría provincial de policía y ciertas entidades administrativas. Actualmente, estos lugares se encuentran bajo el control de varios miembros de la Policía Nacional congolesa que vinieron de Bukavu, en Kivu del Sur. Antes de la retirada de las tropas del M23 de la ciudad, el General Makenga remarcó que para él, «esto no ha terminado». Afirmó que el M23 pasaba el relevo a la política y a la diplomacia con el objetivo de encontrar una solución, como ha rogado la CIRGL. El comandante del M23 declaró que si no se hacía nada por evitarlo, el movimiento acabaría lo que había comenzado, y que la retirada de las tropas de Masisi podría llevar tres o cuatro días debido a su lejanía respecto a la nueva base de Kibumba. «Nos alegramos de que se hayan ido, nos han hecho sufrir mucho», declaró Parfait, un joven de 25 años, añadiendo lo siguiente: «Como pueden ver, han robado todo tipo de cosas: vehículos, munición, alimentos, dinero, teléfonos, colchones… de todo».[14]

 

El 2 de diciembre, el M23 amenazó con tomar de nuevo la ciudad de Goma si el gobierno congolés no iniciaba las negociaciones en las siguientes 24 horas. Bertrand Bisimwa, portavoz de la rama política del M23, declaró: «Si las negociaciones no comienzan mañana a las 14:00h, es decir, antes de que pasen 48 horas desde la retirada y el cese de los ataques a los civiles de la ciudad, volveremos a tomar Goma».[15]

 

El mismo día, el portavoz de la sociedad civil de Kivu del Norte, Omar Kavota, se declaró satisfecho por la retirada de los rebeldes. Según él, este repliegue constituyó «un primer paso hacia el restablecimiento de la autoridad del Estado en Kivu del Norte». Sin embargo, también expresó su deseo de «acabar totalmente con esta rebelión». Omar Kavota también pidió que se sancionara a los rebeldes que, según su opinión, hubiesen violado de forma importante los derechos humanos. «Han saqueado gran parte de los bienes públicos de la ciudad y robado más de 300 vehículos de particulares. Hay además más de veinte casos documentados de violaciones y asesinatos», enumeró, indicando que todos estos actos no deberían quedar impunes.[16]

 

El 3 de diciembre, el gobernador Julien Paluku, el vice-gobernador Feller Lutaichirwa, el alcalde Kubuya Ndoole, algunos miembros del gobierno provincial y de la Asamblea, así como un gran número de figuras políticas, volvieron a Goma desde Beni, lugar al que huyeron tras la toma de la ciudad por el M23. Un batallón de las FARDC entró en la ciudad durante el mediodía. La vida volvía poco a poco a su curso normal: Se abrieron los colegios, los comercios y las administraciones. Solo los bancos continuaban cerrados. No obstante, Goma se encuentra aún bajo el punto de mira de la rebelión. Su vanguardia se encuentra en Munigi, a 3500 metros del aeropuerto y a 6 km del centro de la ciudad. El alcalde denunció que todavía quedaban algunas unidades del M23 en Goma, que se “infiltraron» con el fin de, según él, desestabilizar la ciudad y «hacer creer que el gobierno no es capaz de restaurar la seguridad». Según ciertos rumores que corren por la ciudad,  muchos de ellos se habrían despojado de los atuendos militares del M23 para cambiarlos por los de la Policía Nacional, mientras que otros se habrían mezclado entre los civiles.[17]

 

El 4 de diciembre, el ministro del Interior congolés, Richard Muyej, aseguró que el aeropuerto de Goma permanecería bajo el control exclusivo de los cascos azules de la MONUSCO «hasta un futuro próximo». Afirmó que se tomarían medidas para que la seguridad del aeropuerto se gestionase de forma consensuada entre las fuerzas de la MONUSA, las FARDC y el M23. «Lo importante es garantizar la seguridad el aeropuerto y evitar coexistencias peligrosas que puedan provocar la aparición de un nuevo conflicto», declaró. Asimismo, anunció que el gobierno congolés había declarado la ciudad de Goma como «caso urgente» debido al «enorme desgaste» provocado por el M23 durante los 10 días que duró su ocupación.[18]

 

 

b. Más allá de la farsa

En cara a la presión internacional a la que se vio sometida la retirada de Goma, Jean-Marie Runiga Lugerero y Sultani Makenga, jefes de la rama política y militar del M23 respectivamente, decidieron adoptar técnicas como el doble discurso, el camuflaje u ocultar su agenda. Mientras que hacía creer que había acantonado sus tropas a más de 20 km de la capital de Kivu del Norte, el M23 se dedicó a infiltrar unidades que se hacían pasar por civiles en la administración y los servicios públicos. Los insurgentes del M23 tienen como objetivo principal la desmilitarización de Goma. Sin embargo, son los primeros en militarizarla haciendo que miles de militares que no se han retirado de la ciudad se hagan pasar por civiles. En esto consiste la dinámica de este falso repliegue.[19]

 

Recientemente, el M23 fue tachado de «fuerza negativa» y «grupo terrorista». Sin embargo, según ciertos informadores, el M23 ha adquirido ahora, gracias a las resoluciones de la última cumbre de Kampala, el estatus de interlocutor oficial del gobierno de Kinshasa. Solo se le requirió que abandonara Goma y que estableciese su base 20 km al norte; no obstante, ahora controla un territorio reconocido oficialmente por los participantes de dicha cumbre. Nace así una nueva República en el este de la R.D. Congo, cuya capital es Goma. Mientras tanto, Kagame y Museveni se ven liberados de una crisis que vuelve a ser un conflicto congo-congolés.[20]

 

A pesar de su implicación en la Conferencia Internacional de la Región de los Grandes Lagos (CIRGL), Ruanda nunca ha abandonado su ambición hegemónica por el este del territorio congolés. Kigali mostró sus verdaderas intenciones al apoyar al M23 durante su última invasión de Goma. El aprecio que mostraba Ruanda hacia las decisiones de la CIRGL no era más que una mera fachada, además de una forma de ganar tiempo. En Kigali está todo previsto para incitar a Kinshasa a reconocer públicamente al M23 como interlocutor ineludible del gobierno congolés en la resolución del conflicto que castiga al este de la R.D. Congo. Al mismo tiempo, Ruanda y Oganda, los dos agresores de la R. D. Congo, se han desinvolucrado sutil y elegantemente del drama que de nuevo asola el este del país. El apoyo de las tropas de Ruanda a la toma de Goma del M23 ha sido una estrategia elaborada por Kigali y Kampala en vistas de evitar las sanciones previstas en el informe del grupo de expertos de la ONU.[21]

 

 

 

4. HACIA UN DIÁLOGO ENTRE EL GOBIERNO Y EL M23 EN KAMPALA

a. A favor y en contra de las discusiones en Kampala

Finalmente es en Kampala, capital de Uganda, dónde se llevarán a cabo las «negociaciones» directas entre las autoridades de Kinsasha y los rebeldes del M23. Para el M23, este encuentro supone la oportunidad de negociar; para Kinsasha, todo lo contrario. Para ellos, este encuentro debería limitarse a evaluar el Acuerdo de Goma del 23 de marzo de 2009 sobre el cual el M23 basa sus acciones.[22]

El 5 de diciembre, el jefe político del M23, Jean-Marie Runiga, afirmó desde Bunagana que si «Kinshana decide hablar exclusivamente de los Acuerdos del 23 de marzo de 2009, nosotros hablaremos […] de otros asuntos políticos y jurídicos relacionados con la defensa, la seguridad, la economía, los asuntos sociales y el desarrollo». El jefe de los rebeldes tenía pensado hablar sobre los casos de violación de la Constitución, de mandatos de Asambleas Provinciales que deberían haber finalizado «hace mucho tiempo» e incluso de «violaciones de los derechos humanos» de oponentes y periodistas.[23]

El líder mayoritario, Clément Nzau, que fue interrogado acerca de la participación de deputados en las negociaciones de Kampala, parece tener el apoyo de los parlamentarios. Por su lado, el deputado de la oposición, Franck Diongo, estima que la presencia de representantes de la oposición, de la sociedad civil, del gobierno y de todos los grupos que operan en la R. D. Congo es necesaria. Según él, todos estos actores deberían participar de forma activa en estas negociaciones y dejar de ser meros observadores o testigos. Sin embargo, se opone a que se organicen estas discusiones en Uganda, «ya que este país ha sido acusado de colaborar con los que oponen una resistencia militar al Congo». Propone que el diálogo tenga lugar en el distrito de Brazzaville.[24]

Los cuatro grupos parlamentarios de la oposición política, a saber la UDPS-FAC (Unión por la Democracia y el Progreso Social – Fuerzas Armadas Congolesas); la UNC (Unión Nacional Congolesa) y sus aliados; el MLC (Movimiento de Liberación del Congo) y sus aliados; y los demócratas sociales liberales y otros actores de la oposición extraparlamentaria, afirman no tener ningún interés en las negociaciones de Kempala.

El deputado nacional del MLC, Jean-Lucien Bussa, declaró lo siguiente: «Estamos de acuerdo con la realización de este diálogo, es más, siempre lo hemos pedido. Sin embargo, debe ser un proceso sincero y responsable. Creemos que lo que ocurre en Kampala y alrededores atañe a todos los actores, al gobierno, a la oposición política, al M23 y a la sociedad civil. La oposición debería acudir como un componente importante del diálogo, con derecho a voz, y no como observador o testigo. Por esta razón, los presidentes de los cuatro grupos parlamentarios no pretenden acudir». No obstante, la oposición se reserva la posibilidad de participar en futuras negociaciones si se le ofrece derecho a voz.

 

Según el diputado nacional Martin Fayulu, coordinador de la plataforma Fuerzas Partidarias del Cambio (FAC), «el Acuerdo del 23 de marzo de 2009 es un acuerdo privado que jamás fue ratificado o aprobado por el Parlamento congolés conforme al artículo 214 de la Constitución, y que jamás ha sido publicado en el Periódico Oficial de la República Democrática del Congo para que todo el mundo pueda tener acceso a él».

 

Por su parte, el diputado Lisanga Bonganga, moderador de las FAC, declaró que «el encuentro de Kampala previsto entre el M23 y el gobierno congolés no tiene en cuenta a la oposición congolesa». Esta opinión se justifica, según él, mediante el hecho de que los Acuerdos del 23 de marzo de 2009 y los de la cumbre de Kampala, el 24 de noviembre de 2012, no han sido ratificados por el Parlamento congolés. Por consiguiente, añade, estos textos solo atañen a sus firmantes, y opina que carecen de «legalidad y legitimidad. Además, no es oponible para todos». La plataforma de las FAC pone también en duda la imparcialidad de Uganda en esta mediación: «Los expertos de las Naciones Unidas definieron Uganda como uno de los países agresores de la RDC, por lo que no está cualificada para ser sede de ninguna cumbre que concierna la crisis de seguridad del este de la República», concluyó Lisanga Bonganga.[25]

 

La Unión por la Democracia y el Progreso Social (UDPS) declaró abiertamente que no participaría en un acto que considera una «misa negra» contra la R. D. Congo. La UDSP opina que son ciertos altos responsables del país los encargados de mantener que la crisis del este y que la han dirigido como si se tratase de «una feria» donde todo el mundo pudiese entrar y salir a su antojo. Según ciertas fuentes, la UDPS no fue invitada por los organizadores del diálogo, entre los que se encuentra la CIRGL.[26]

 

El 7 de diciembre, el portavoz del gobierno de Uganda, Fred Opolot, declaró a la prensa que las discusiones tratarían en primer lugar las modalidades técnicas (fechas, orden del día…) de las negociaciones y la presencia o no de oyentes. Se planteó aplazar el primero de los encuentros entre el gobierno congolés y el M23, previsto para el viernes 7 de diciembre en Kampala (Uganda) al domingo 9 de diciembre, ya que la delegación del M23 podría tardar en llegar más de lo previsto.

La delegación de Kinshasa, compuesta por 26 personas, está dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores, Raymond Tshibanda Tunga Mulongo, que se encuentra en Kampala desde el miércoles.

La delegación congolesa está compuesta, entre otros, por el vice-presidente de la Asamblea Nacional, Charles Muando Nsimba, y por dos presidentes de la sociedad civil de provincias de Kivu del Norte y Kivu del Sur. La oposición no quiso participar, exceptuando algunos casos como François Mwamba, de la Alianza por el Desarrollo y la República (ADR) y antiguo secretario general del Movimiento de Liberación del Congo (MLC), y Christian Badibangi, diputado electo de la UDPS. El Padre Apollinaire Malu Malu también forma parte de la delegación, pero conduce el grupo de expertos. Philippe Gafishi, presidente del Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) también participa.

 

Siguiendo la cuestión del papel que jugará la oposición en la evaluación de unos acuerdos que no ha firmado, el deputado electo de la UDPS, Christian Badibangi, justificó su presencia en Uganda por su estatus de diputado nacional y declaró que la oposición política congolesa actuaría como «observadora», añadiendo además lo siguiente: «trataremos de controlar los asuntos de forma que se viten las negociaciones». Christian Badibangi añadió que «aunque no firmamos los Acuerdos del 23 de marzo de 2009, siempre he pensado que tras esta guerra podría haber asuntos ocultos, como los Acuerdos de Lemera».

Los Acuerdos de Lemera fueron firmados el 23 de octubre de 1996 entre la Alianza de Fuerzas Democráticas por la Liberación (AFDL) de Laurent Désiré Kabila y sus aliados. Entre otras de las disposiciones que establecía, destacan las siguientes:

-Cuando la Alianza consiga la victoria, los Aliados recibirán una compensación económica que deberán fijar los altos cargos de la Alianza.

-Se otorgará la nacionalidad congolesa de forma colectiva a los camaradas banyamulenges y a otros pueblos de origen ruandés que se encontraban en el país antes del día de su independencia (el 30 de junio de 1960).

 

El 7 de diciembre, la delegación del M23 llegó bien entrada la noche a Kampala (Uganda) desde Bunagana (Kivu del Norte). En ausencia del jefe político Jean-Marie Runiga, el encargado de dirigir la delegación es el Secretario de Relaciones Exteriores, René Abandi. Las negociaciones comienzan sin la presencia del presidente Joseph Kabila y el jefe político del M23 Jean-Marie Runiga. Anteriormente, una persona muy cercana al gobierno congolés había declarado lo siguiente en la RFI (Radio Nacional de Francia): «No existe ningún documento oficial que establezca que el presidente Kabila debe estar presente. Hemos querido centralizar este asunto en una única persona, cuando es el gobierno quien firmó los Acuerdos del 23 de marzo de 2009». El jefe político del M23, Jean-Marie Runiga, había decidido participar en las negociaciones solo si también lo hacía el presidente congolés.[27]

 

b. El contexto de un diálogo que se presume complicado.

Durante los diálogos del 3 de diciembre entre el Pleno del Senado, los ministros de Defensa y  Asuntos Exteriores, junto al vice-ministro del Interior, se definió al M23 como una rebelión creada completamente por Ruanda y Uganda y formada por una gran cantidad de infiltrados civiles y militares de ambos países.

Al firmar los Acuerdos del 23 de marzo de 2009, el Congo cayó en varias trampas. Entre otras cosas, al firmar los Acuerdos aceptó la división del territorio nacional para satisfacer los caprichos de un grupo étnico con ambiciones separatistas; la creación de un cuerpo policial y una administración especiales para velar por su seguridad; la privatización de las cadenas de mando del ejército y la policía nacional; la amnistía general de los crímenes cometidos por sus miembros desde el año 2003; ofrecer a sus «desempleados» puestos de trabajo en las instituciones de la República y en las empresas y administración públicas; encargarse del turbio asunto de los refugiados, etc. El Acuerdo del 23 de marzo ofrece a los responsables del movimiento rebelde la posibilidad de posicionar a sus hombres de nacionalidad congolesa, ruandesa y ugandesa en todas las instituciones del Congo. Es importante puntualizar que debido a las continuas alianzas que se han producido entre rebeliones congolesas y dirigentes de Kampala y Kigali, el sistema de defensa e información congolés ya no guarda ningún secreto para ellos. Desde Kampala o Kigali, los oficiales y soldados ruandeses o ugandeses saben exactamente dónde atacar al ejército congolés para que se rinda a sus pies. Se ha podido comprobar que las cadenas de mando del ejército y la policía del Congo están repletas de infiltrados de Ruanda y Uganda.

En el contexto actual, una evaluación incorrecta de los aspectos políticos, militares, administrativos, económicos y sociales de los Acuerdos del 23 de marzo de 2009, ayudaría a los congoleses, ruandeses y ugandeses a infiltrarse de nuevo en las FARDC, la Policía Nacional congolesa y los centros de decisión de la República. Para la R. D. Congo, estos Acuerdos han supuesto ver a Kivu del Norte caer en las garras de Ruanda y a la provincia oriental en las de Uganda.[28]

El presidente del CNDP, Philippe Gafishi, también participará en las negociaciones de Kampala. En 2010 denunció la falta de respeto del gobierno hacia los Acuerdos de Paz de Goma debido a la «ausencia» de sus representantes en el 2º equipo gubernamental del primer ministro Muzito, formado el 19 de febrero de 2010. El 22 de febrero, durante una conferencia de prensa en Goma, afirmó: «Esta ausencia supone una violación de los Acuerdos de Paz firmados en Goma en 2009. Creemos que el punto que se refiere a la integración política del CNDP no se ha cumplido. Por lo tanto, es totalmente normal que les decepcione no participar en el nuevo gobierno que se va a formar. El CNDP estima que su participación en las instituciones del país es uno de los puntos establecidos en los Acuerdos, que deberían cumplirse en su totalidad. Tenemos intención de seguir participando en el proceso de paz, pero somos un partido político; nuestro campo de batalla es otro, por lo que las armas no nos conciernen.»[29]

 

 

5. LA SUSPENSIÓN DEL GENERAL GABRIEL AMISI

 

El 22 de noviembre, el presidente Joseph Kabila, comandante supremo de las Fuerzas Armadas de la RDC suspendió al general Gabriel Amisi Kumba de sus funciones de jefe de las fuerzas terrestres del ejército congolés tras realizar ciertas investigaciones. Un informe de los expertos de la ONU publicado el día 21 de noviembre acusaba a Amisi de vender armas a los grupos armados del este de la R. D. Congo. Dicho informe indica que «el general Gabriel Amisi supervisa una red de distribución de munición para cazadores y grupos armados, incluido el grupo Raïa Mutomboki». El documento indica además que el general Amisi, también conocido como Tango Four, ordenó que se enviasen 300 fusiles de asalto AK-47 a otro grupo armado del este del Congo, conocido como Nyatura. Según la ONU, la red llega hasta el distrito de Brazzaville, donde se compra la munición. Después se transporta de forma clandestina hacia Kinshasa y al este gracias a numerosos colaboradores, entre los cuales se encuentran algunos miembros de la familia de Amisi.[30]

 

El 23 de noviembre, tras la suspensión del general Gabriel Amisi, el presidente Joseph Kabila elige al teniente general Olenga Tete para asumir provisionalmente la función de jefe de Estado Mayor de las fuerzas terrestres.[31]

 

El 25 de noviembre, el secretario general temporal de las Fuerzas para la Renovación de la Unión y la Solidaridad (FONUS), Emery Ukundji, exigió al presidente de la República, Joseph Kabila, que detuviese al general Gabriel Amisi y lo sometiese a juicio.[32]

 

El 26 de noviembre, un alto magistrado que quiere mantener el anonimato explicó que la justicia militar no cuenta con ningún magistrado con el cargo de general Mayor, como el jefe de las fuerzas terrestres suspendido de sus funciones por una instrucción judicial. Por lo tanto, la auditoría militar no puede acceder al informe del general Amisi Kumba para interrogarle. Añadió también que actualmente solo el presidente tiene el poder de acusarlo, pero que el problema de la competencia de los magistrados militares ante la auditoria siempre estará ahí. Varios miembros de la justicia militar señalan que si la justicia militar no tiene la capacidad de juzgar la suspensión de Amisi, deberá pasar al Consejo de Disciplina, formado por generales que ostentan el mismo cargo que él u otros superiores.[33]

 

Muchas personas opinan que las traiciones, los compromisos y la malversación de fondos militares, así como la venta de armas a grupos armados, han suscitado diversas complicidades; no hay más que observar el caso de Gabriel Amisi. En las instituciones, muchos de sus miembros negocian con los agresores por diversas razones. Muchas de estas turbias relaciones se llevan a cabo con el fin de hacer que los intereses primordiales de la nación pasen a última posición. Hay muchos «Tango Four» en las sombras de las instituciones. Debido a estos casos, erradicar la corrupción se ha convertido en una urgencia nacional; debemos eliminar a estos personajes de las instituciones.[34]

 

 

6. LA ONU, IMPOTENTE ANTE EL AVANCE DEL M23

Son muchas las personas que se preguntan cuál es el papel de la MONUSCO (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo) tras la toma de Goma de los rebeldes del M23. El 21 de noviembre, el ministro de Asuntos Exteriores francés, Laurent Fabius, declaró que «el mandato de la MONUSCO debería ser revisado. La MONUSCO no tiene la capacidad de impedir lo que ha ocurrido en Goma. Desplegar a 17000 hombres y fijar un mandato que no permite intervención alguna es absurdo». «¡Es la operación más grande de las Naciones Unidas del mundo! ¿Cómo es posible que no sean capaces de detener una simple rebelión?», se preguntaba el ministro de Asuntos Exteriores belga, Didier Reynders, el 20 de noviembre.

La MONUSCO, creada en 1999 por el Consejo de Seguridad, disponía a fecha de 30 de septiembre de 2012 de 19109 unidades (16996 soldados, 721 observadores militares y 1392 policías), 965 civiles  internacionales, 2886 civiles locales y 577 voluntarios de las Naciones Unidas: 23537 personas en total. ¿Con qué presupuesto? 1400 millones de dólares (1100 millones de euros) para el periodo transcurrido entre el 1 de julio de 2012 y el 30 de junio de 2013. El mandato de la MONUSCO es claro (resolución 2025): los cascos azules están autorizados a utilizar todos los medios necesarias para, principalmente, «asegurar la protección de los civiles, el personal humanitario y el personal encargado de la defensa de los derechos humanos que se encuentre bajo una amenaza inminente de violencia física y apoyar al gobierno de la RDC en su esfuerzo por alcanzar la paz». En Goma, la ONU cuenta con 1600 cascos azules. Con todo este despliegue, ¿por qué consiguió el M23 tomar la ciudad?

 

El portavoz civil de la MONUSCO, Mounoubai Madnodje, respondió a esta pregunta diciendo lo siguiente: «La seguridad de la ciudad de Goma estaba principalmente a cargo de las FARDC. La MONUSCO no hizo más que poner sus medios aéreos y terrestres a disposición del ejercito congolés, por lo que cuando se retiraron, no pudimos hacer nada». «El ejército es el encargado de defender el país de forma prioritaria, así como defender su integridad territorial. Eso no es cosa de la MONUSCO. Si el ejército no funciona, la MONUSCO no es responsable de los resultados». En otras palabras, el papel de la MONUSCO era apoyar al ejército; al huir este, la MONUSCO ya no podía cumplir su tarea.

El portavoz militar, el coronel Félix Basse, afirmó que «la MONUSCO no permitió que el M23 entrara libremente en Goma. Luchó junto a las FARDC desde Kibumba hasta el momento en que se retiraron». Según él, el mandato de la MONUSCO se limitaba a apoyar a las FARDC en las diferentes operaciones que llevaran a cabo. Añadió además que las fuerzas de la MONUSCO no iniciaron ataques en la ciudad de Goma para evitar causar estragos en la ciudad. Según Hervé Ladsous, responsable de las operaciones de apoyo de la paz de las Naciones Unidas, «la MONUSCO es una misión de paz de las Naciones Unidas. Cuando decimos misión de paz, nos referimos a la voluntad de evitar cualquier forma de violencia, ¡algo de lo que la R. D. Congo carece! Además, nuestra misión no consiste en entrar en conflicto directo con grupos armados, sino en apoyar a las fuerzas armadas congolesas y evitar los abusos que sufren los civiles».[35]

 

El 21 de noviembre, el embajador francés de la ONU, Gérard Araud, exigió que se revisase el mandato de la MONUSCO, definiendo de «absurdo» el hecho de no poder intervenir. El embajador francés recalcó que habría que estudiar la opción de ofrecer a la MONUSCO un «mandato de control de fronteras». La dirección de las operaciones de mantenimiento de la paz pidió a tres países implicados en la crisis que autorizasen el uso de drones de combate. El Congo apoya la idea, pero todavía se espera la aprobación de Ruanda y Uganda. «Los drones podrían detectar cualquier movimiento de las tropas en el Congo, así como todo tráfico de armas o minerales a través de la frontera, lo que sería estupendo. Sin embargo, muchos países tienen cosas que ocultar», explica un diplomado de uno de los países miembros del Consejo.[36]

 

El mismo día, en cara al avance de los rebeldes del M23, el ministro de Asuntos Exteriores belga, Didier Reynders, admite que la actuación de la MONUSCO fue un fracaso debido a que no se le otorgaron los medios necesarios para iniciar «acciones ofensivas bajo un contexto de rebeliones y grupos armados». En efecto, el mandato de la MONUSCO se limita a la «protección de los civiles y no de las localidades, que están a cargo de las autoridades nacionales. «Es necesario reforzar el mandato», precisa Reynders, añadiendo la posibilidad de «aumentar el número de unidades» a 2000, como permite el mandato. Sin embargo, según su opinión, son los países de la región los que deberían suministrar estos recursos, ya que «hoy en día, Europa no tiene en mente enviar tropas europeas a combatir».



[2] Cf L’Avenir Quotidien – Kinshasa, 27.11.’12. http://www.groupelavenir.cd/spip.php?article47936

[4] Cf AFP – La Libre Belgique, 29.11.’12

[5] Cf Radio Okapi, 29.11.’12

[6] Cf Pierre Boisselet – Jeuneafrique.com, 30.11.’12

[7] Cf Radio Okapi, 28.11.12; AFP – Goma, 28.11.’12

[8] Cf Radio Okapi, 28.11.’12

[9] Cf Radio Okapi, 30.11.’12

[10] Cf Radio Okapi, 30.11.’12

[11] Cf AFP – Goma, 30.11.’12

[12] Cf Radio Okapi, 30.11.’12

[13] Cf Radio Okapi, 30.11.’12

[14] Cf Radio Okapi, 01.12.’12; AFP – Goma, 01.12.’12

[15] Cf AP – Sipa – Goma, 02.12.’12

[16] Cf Radio Okapi, 02.12.’12

[17] Cf Radio Okapi, 03.12.’12; AFP – Goma, 03.12.’12

[18] Cf Radio Okapi, 05.12.’12

[19] Cf Kimp – Le Phare – Kinshasa, 29.11.’12

[20] Cf Kimp – Le Phare – Kinshasa, 27.11.’12

[21] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 04.12.’12

[22] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 04.12.’12

[23] Cf AFP – Goma, 05.12.’12

[24] Cf Radio Okapi, 05.12.’12; RFI, 05.12.’12

[25] Cf Pitshou Mulumba – Le Potentiel – Kinshasa, 05.12.’12; Radio Okapi, 06.12.’12

[26] Cf Radio Okapi, 05.12.’12; RFI, 05.12.’12

[27] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 08.12.’12

[28] Cf Kimp – Le Phare – Kinshasa, 05.12.’12

[29] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 07.12.’12

[30] Cf Radio Okapi, 22.11.’12

[31] Cf Digitalcongo, 24.11.’12

[32] Cf Radio Okapi, 25.11.’12

[33] Cf Radio Okapi. 26.11.’12

[34] Cf Le Potentiel – Kinshasa, 25.11.’12

[35] Cf Laurent Larcher – La Croix, 21.11.’12; Radio Okapi, 21.11.’12; Boniface Vignon – RFI, 21.11.’12

[36] Cf Karim Lebhour – RFI – New York, 20.11.’12;  Adèle Smith – Le Figaro, 21.11.’12

 

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Traducción al español dentro del proyecto PerMondo para la traducción gratuita de páginas web y documentos para ONG y asociaciones sin ánimo de lucro. Proyecto dirigido por Mondo Agit. Traductor: Juan Tomás Alonso Nieto

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